Visitar el mar siempre resulta un excelente plan para relajarnos y salir de la rutina, sobre todo en las vacaciones de verano
Por: Marcela Islas
¿Alguna vez te has preguntado por qué nos sentimos tan bien después de un día en la playa? La conexión entre el ser humano y el mar es profunda y ancestral, y la ciencia ha encontrado numerosas razones para explicar los beneficios que nos aporta este vasto ecosistema.
El mar es mucho más que un simple paisaje, pues también es una fuente inagotable de bienestar para nuestro cuerpo y nuestra mente. Sus propiedades terapéuticas han sido utilizadas durante siglos y cada vez son más valoradas por la ciencia.
TERAPIA SALADA
La inmersión en el agua salada activa una serie de mecanismos en nuestro organismo que favorecen nuestro bienestar: con el simple hecho de flotar en el mar reduce el estrés, alivia el dolor muscular y articular, y mejora la circulación sanguínea. Además, la presión hidrostática del agua favorece el drenaje linfático y reduce la inflamación.
El agua de mar es rica en minerales como el magnesio, el yodo y el calcio, que son absorbidos por nuestra piel y tienen propiedades terapéuticas. El magnesio, por ejemplo, actúa como relajante muscular y reduce la ansiedad, mientras que el yodo es esencial para el funcionamiento de la glándula tiroides y el metabolismo.
BRISA RELAJANTE
La brisa marina está cargada de iones negativos, que tienen un efecto beneficioso sobre nuestro sistema nervioso. Respirar este aire puro nos ayuda a reducir el estrés, mejorar la concentración y aumentar nuestra energía. Además, los aerosoles marinos, que contienen pequeñas partículas de agua de mar, tienen propiedades antibacterianas y antivirales.
UN BÁLSAMO AZUL
El color azul del mar tiene un efecto calmante sobre nuestro sistema nervioso. Contemplar el horizonte marino nos ayuda a reducir la ansiedad y la depresión, y fomenta la creatividad y la reflexión.
El sonido relajante de las olas tiene un efecto terapéutico sobre nuestro cerebro, reduciendo las ondas cerebrales asociadas al estrés y la ansiedad. Además, el ritmo de las olas sincroniza nuestra respiración y nuestro ritmo cardíaco, favoreciendo la relajación profunda.