Una nueva polémica en redes sociales revivió el debate sobre cómo se perciben las costumbres y tradiciones mexicanas, en esta ocasión poniendo en contraste el noroeste y el sur del territorio nacional.
Todo comenzó cuando Tamara Chiunti, publicó en TikTok un video relatando su visita a Ciudad Obregón, Sonora, donde hizo comentarios despectivos al decir que la ciudad "huele a fritanga", que "es un pueblito con tres calles" y que le sorprendía "que exista Uber".
Sus declaraciones no tardaron en volverse virales y provocar indignación, pues muchos usuarios le recordaron que México es un país diverso, donde cada rincón tiene su propio encanto, historia y sabor.
Y si de sabores se trata, pocos estados reflejan mejor esa riqueza que Veracruz, cuna de platillos con nombres tan creativos como deliciosos. Entre ellos destacan los tamales de pedo y el atole de nalga, una combinación que causa risa al oírla, pero placer al probarla.
Más allá de sus peculiares denominaciones, ambos son una muestra del ingenio culinario y la herencia cultural del Golfo de México, especialmente durante las celebraciones del Día de Muertos.
¿QUÉ SON LOS TAMALES DE PEDO?

Los tamales de pedo son originarios del municipio de Paso de Ovejas, donde se preparan con frijol habichuela, pipián y maíz negro, ingredientes típicos de la temporada de ofrendas.
Este tamal se envuelve en hoja de plátano y puede incluir carne de cerdo, chiles secos o verduras, dependiendo de la región. Su curioso nombre proviene del "efecto colateral" que producen los frijoles y semillas, conocidos por ser generosos con los gases intestinales.
¿QUÉ ES EL ATOLE DE NALGA?

El acompañamiento ideal es el atole de nalga, una bebida hecha a base de maíz negro y piloncillo, que debe su nombre a la forma redondeada que adopta al enfriarse y desmoldarse, similar, según el humor veracruzano, a un glúteo.
En comunidades como Tolome, este atole se prepara con esmero para recibir a los fieles difuntos durante la celebración del Día de Muertos, como símbolo de cariño y respeto.
En un país donde cada platillo cuenta una historia, los veracruzanos demuestran que el sabor y el humor pueden ir de la mano. Y mientras algunos se quejan del "olor a fritanga", otros celebran con orgullo las delicias que hacen de México un festín de creatividad, tradición y buen humor.




