Problemas de calles

Obregón y Hermosillo

Por: Gerardo Armenta

Vale puntualizarlo: finalmente se redujo la lista de aspirantes a presidir la Comisión Nacional de Derechos Humanos. De un total de 66 aspirantes iniciales con ánimo para desempeñar esa responsabilidad (lo cual habría que suponer), el número se redujo a 48, el cual de todas maneras sigue siendo excesivo. Pero así están las cosas en la materia. Procedía marcar la aclaración.

También procede ocuparse de un tema abordado en público por un integrante de una asociación civil llamada "Bukis a la Calle", interesada por lo visto en los problemas de carácter urbano. En este sentido recomendó hacer cambios en la infraestructura vial de las calles de municipios como Cajeme y Hermosillo, con el fin de evitar los accidentes de tránsito.  El planteamiento suena bien a partir de su enunciado y fue formulado por Hugo Moreno Freydig.

Evitar los percances viales en las ciudades es y debe ser siempre un propósito pertinente y hasta exigible. Lograrlo del todo es otra cosa. Existen ordenamientos en la materia. Pero es obvio que históricamente nunca ha sido posible lograr que rindan a cabal y admirable plenitud. Las calles de ciudades como Obregón y Hermosillo son ejemplos claros de cómo la circulación vehicular puede convertirse, al paso de ciertos niveles de desarrollo urbano, en un auténtico conflicto citadino de todos los días. Tal conflicto, en ciertos horarios, pone a prueba la paciencia de los automovilistas más serios o recatados.

Eso sería lo de menos. No se acabará el mundo por una reyerta o pleito entre conductores vehiculares que resuelvan cantarse "un tiro" de carro a carro. Los problemas más serios suelen estar representados por los atolladeros de autos que se producen en las calles citadinas de ciudades como Obregón y Hermosillo. Una desbordada aglomeración de autos que parece que nunca avanza en horas complicadas del día, puede ser realmente un conflicto vial de ciertas o cuales proporciones. Pero el embrollo real está en el modo o el esquema habitual en que se produce la circulación de autos en las calles citadinas.

Y más que los autos, podría determinarse que el verdadero problema estriba no tanto en la cantidad de vehículos que congestionan una de por sí transitada avenida, sino que obedece a una razón en la que usualmente no se repara. El integrante de "Bukis a la Calle" (citado renglón arriba) dijo una gran verdad cuando señaló que el trazo de las calles de Ciudad Obregón y Hermosillo sí influye en el registro de accidentes de tránsito.

En este mismo sentido, Hugo Moreno Freydig explicó que Obregón tiene muchas vías verticales y horizontales, lo que significa la existencia de opciones para movilizarse. Este no es el único factor que se puede considerar al respecto. También hay que tomar en cuenta los usos del suelo existentes en una ciudad. Incluso, debe examinarse cómo se moviliza el transporte público. Ciertamente, estos son factores que deben ser atendidos en el examen de una problemática urbana o vial como la que se comenta. ¿Sucederá así en la vida real? Mejor pasemos al siguiente párrafo.

Con generosidad apreciable, Moreno Freydig planteó que no se debe responsabilizar a los peatones de los accidentes viales que puedan ocurrir en los diversos municipios de la entidad. Una actitud así parecería carente de objetividad o de rigor analítico. ¿Y sabe usted por qué no se debería incurrir en esta práctica de marcar culpas urbanas contra ciudadanos? Debe ser, al contrario, según Moreno Freydig, ya que las personas –dijo—deben exigir a las autoridades que rediseñen las vías y mejoren la infraestructura de las calles de Sonora.

He aquí tesis interesantes en materia vial o urbana. De suyo es poco o nada lo que se habla usualmente alrededor de este tema. La problemática de las ciudades sigue siendo, hoy como ayer, un problema de primer orden en todos lados. El de los baches, por ejemplo, no es un relato literario de terror inventado por nadie. Estos desfiguros urbanos suelen ser muy comunes en las calles de las ciudades sureñas. En Navojoa es posible topárselos al doblar cualquier esquina en hora del día o la noche, de tal modo que nadie se quede sin la emoción de caer intempestivamente en uno de esos esos siniestros hoyancos.

Obregón y Hermosillo se cocinan aparte en muchos o en todos los sentidos que se quiera imaginar. Se trata de ciudades o conglomerados de notable crecimiento urbano, donde la problemática en la materia suele ser más aguda. Aun así, como ha quedado de manifiesto, se plantea la necesidad de producir cambios en la infraestructura que tiene que ver con sus calles y avenidas para evitar, hasta donde sea posible, los accidentes de tránsito. Vale admitir que una tarea así debe resultar muy difícil o complicada.

armentabalderramagerardo@gmail.com


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