Las cachimbas de Álamos

Quizá en esta ocasión, aprovechando el entorno tecnológico, se pudiera realizar algo parecido al apagar la luz de las casas y alumbrarse con celulares

Por: Francisco González Bolón

Juan Carlos Holguín Balderrama, cronista municipal de Álamos, recuerda con mucha precisión una tradición de ese municipio que hoy pudiera retomarse, con las precauciones debidas claro está.

Esta es la propuesta lanzada por este joven pero experto funcionario en la cuestión histórica de su comunidad. Leamos:

“Al menos desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta hace apenas unos cuantos años, era común, era tradición, era incluso obligación, que en las noches festivas de la Ciudad de los Portales, se colocaran centenares de cachimbas en las cornisas de las casas que rodean la Plaza de Armas, el templo parroquial y palacio municipal.

“Esta costumbre tenía su origen en la manifestación de respeto y solemnización hacia las fiestas patrias del 15 de septiembre y 5 de mayo en el siglo antepasado y pasado, sobre todo ante la falta de alumbrado público, por lo que “iluminar la casa” era visto como un gesto de patriotismo, como propio de los buenos ciudadanos.

“Luego del arribo del alumbrado eléctrico a Álamos, a mediados del siglo XX, la colocación de cachimbas en noches importantes continuó, incluso se utilizaron en ”tradiciones nuevas” como el festival Ortiz Tirado, o en las fiestas patronales que se relanzaron a principios de los años ochenta.

“El Ayuntamiento, a través de servicios públicos municipales, llenaba con cientos de cachimbas las cornisas de los edificios, dando un aspecto solemne, festivo e incluso místico a la noche. Cientos de luces “bailaban” al compás del viento sobre los edificios, en verdad el espectáculo era fabuloso.

“La cachimba se componía de una lata o bote de jugo o cerveza, a la cual le ponían un poco de arena en el interior para evitar que el aire la tirara, luego la rellenaban con petróleo o diésel y le metían un trapo viejo a manera de mecha (o una mecha de las buenas dependiendo de los recursos); en cuanto comenzaba a “pardear” (atardecer), personal de Servicios Públicos iniciaba su encendido y así quedaban toda la noche hasta que una a una iba apagándose.

“Qué extraño que estas tradiciones que le daban esa “magia” a Álamos, de la que muchos presumen, se estén perdiendo por mera indolencia.

“Ojalá en estas fiestas patrias se recuperara”.

Bueno, el llamado está hecho. Ya veremos si las autoridades municipales tienen la sensibilidad de organizar, en Álamos y otras comunidades de Sonora, este tipo de actividades que si bien remontan al pasado, también le imprimen un espíritu de hermandad colectiva que tanto se ha ido perdiendo a consecuencia precisamente de los avances tecnológicos.

Quizá en esta ocasión, y aprovechando precisamente el entorno tecnológico, se pudiera realizar algo parecido al apagar las luces de las viviendas y alumbrarse con la de los celulares, pero al mismo tiempo entonar canciones mexicanas en los barrios o colonias, a fin de fomentar la unidad vecinal.

Pudiera verse como una acción simplista, pero al mismo tiempo pudiera ser el reinicio de un reencuentro entre la sociedad, que hace mucho se ha deshumanizado, al grado tal de que en algunas colonias no se conocen entre sí, aunque, claro, hay muchos a los que conocen de más, como los que los traen asolados con sus robos.

Empecemos con acciones quizá menores, pero que pronto puedan convertirse en grandes resultados contra la misma violencia que hoy tanto daña a los ciudadanos.

Intentarlo no está de más.

Comentarios: franciscogonzalez.bolon@gmail.com

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