Que un tren descarrile en su trayecto puede ser un percance que ocurra por muchas circunstancias entre humanas y de otra índole. Pero que al paso de los días siga descarrilado después de que descarriló, eso ya es algo que se aparta de toda norma convencional sobre la materia. La opinión pública de Navojoa recuerda los hechos: el pasado 9 de abril, doce vagones de un tren de carga tuvieron un serio percance de vías al descarrilarse. Algunos hasta fecha reciente permanecían averiados en la inmediatez de los mismos rieles, revistiendo una situación francamente peligrosa para los vecinos de un sector de Pueblo Viejo.
El accidente del tren se produjo en la cercanía de ese lugar navojoense. Debe ser válido asumir que un accidente puede ocurrir a partir de diferentes circunstancias. En ocasiones, poco o nada puede hacerse para evitar que suceda. Además de que, muchas veces, los problemas que genera un percance determinado se acentúan todavía más al paso de los días posteriores. En el caso que se comenta, los pormenores oficiales dados a conocer no han sido muy abundantes, ni siquiera por aproximación. Por ejemplo, ningún vocero oficial de Ferromex tomó palabra para explicar lo sucedido.
Es hora de que no lo hacen. La verdad es que parecería que nunca hubiera pasado un suceso como el que se comenta. Pero lo cierto es que se está hablando del descarrilamiento de un tren de carga en las cercanías de una comunidad navojoense. ¿Es posible fincar alguna garantía técnica de que, hasta donde pueda entenderse, no volverá a ocurrir un hecho (que bien pudo ser trágico) como el que se comenta?
No puede ignorarse que hasta el 22 de abril los vagones del descarrilamiento del tren permanecían en el lugar de los hechos, peligrosamente inclinados. El dato significa que no habían sido removidos, a pesar de evidenciar serios daños estructurales. Hasta hace días se estaba a la espera de personal especializado de la empresa para que se encargara de hacer algo con esos vagones. Parecería que no hay prisa alguna al respecto.
En otro tema, podría decirse que, un poco "a las quinientas", pero de todas maneras el Ayuntamiento de Huatabampo tendrá cubierta por fin la regiduría étnica correspondiente. Esta representación será ocupada por una mujer: Leobarda Humo Zúñiga. Valdría señalar, con toda la pertinencia del caso, que por fin llegó ese momento. Tuvo que transcurrir todo un año para que se produjera este feliz desenlace. Mucho tiempo, sin duda, partiendo de una necesidad que importaba subsanar con mayor rapidez. Pero a veces así son estas cosas que no deberían ser así por el interés público que revisten, por lo menos en la apariencia.
No fue terso el camino seguido para llegar al desenlace que se comenta. Se produjeron recursos de impugnación ante instancias pertinentes que los resolvieron en consecuencia. Finalmente, el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana aprobó la designación y el otorgamiento de constancia a favor de Leobarda Humo Zúñiga como edil étnica del Ayuntamiento huatabampense. Pero, como queda dicho, antes se analizaron y desecharon alegatos suscritos por ex candidatas a la misma regiduría y gobernadores mayos.
Así, entonces, con la mediación del IEE Sonora y su presidente, Nery Ruiz Arvizu, quedó zanjado un conflicto que dio para largo (por lo que duró) en el ámbito municipal de la Tierra de los Generales. No debería tener mucho sentido práctico o político un problema como el que ocurrió con las características. Se olvida con facilidad el perjuicio que se causa a la población en el marco de problemas como el descrito. Y obviamente esos conflictos resultan mucho más graves cuando su duración se extiende por un largo tiempo.
Podría asumirse como insólito que el caso de la regiduría étnica que se comenta, haya tardado un año en solucionarse. Quizá tendría que ser hora de pensar en tornar más ágil o eficiente la forma de resolver querellas de tal naturaleza. Por culpa de esta lentitud para definir un acuerdo para el conflicto de que se habla, debe asumirse que el tiempo de gestión de la regidora étnica en mención se reducirá sensiblemente en perjuicio de quienes podrían requerir de sus oficios o intervención.
Es obvio que ya no podrá recuperarse ese tiempo perdido por la querella que devino en Huatabampo la elección la particular regiduría de que se habla. Empero, lo importante es que el conflicto ya quedó superado. Aunque quizá convendría no adelantar vísperas. Porque primero habrá que ver las reacciones que se produzcan en el contexto de que se habla. De una u otra manera debe ser hora de normalizar esta situación.
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