Se cumple un mes de que la conferencia de representantes de productores de más de 20 estados frente a la puerta principal de Palacio Nacional
Los reclamos de los agricultores de las zonas productoras de maíz, trigo y sorgo, están cobrando un proceso de auto organización nacional, no registrado en los últimas tres décadas. El impacto de consecuencias demoledoras sobre el mercado nacional que ha tenido la caída estrepitosa en los precios de dichos granos, con los incrementos desmesurados en los costos de producción y la desconcertante actitud del gobierno federal que decidió arrojarlos al Moloch del mercado internacional, ha despertado en los productores rurales de México un vigoroso impulso que podría convertirlos en los protagonistas de una nueva política alimentaria.
A tan sólo un mes de que representantes de productores de más de veinte estados de la república, realizaron la conferencia de prensa frente a la puerta principal de Palacio Nacional, reclamando una audiencia con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el jueves 6 de julio una delegación de productores de Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Zacatecas y Guanajuato, se reúne con los productores del Valle de Mexicali (Baja California), para condenar los hechos represivos contra estos últimos, y realizar el primer foro del recientemente constituido Frente Nacional por el Rescate del Campo Mexicano (FNPRCM)
Las estimaciones del gobierno, es que las denostaciones del presidente a los productores y su conducta desdeñosa y refractaria frente a las protestas, terminaría por constituirse en el muro de los lamentos y la desmoralización. Pero los productores se han percatado de que los desplantes del presidente en su contra, son bravuconadas, en las que esconde la cobardía que lo embarga frente a los grandes corporativos privados trasnacionales a los que les ha otorgado manga ancha para que inunden el mercado nacional de productos agroalimentarios, librándolos de aranceles y de restricciones sanitarias, encubiertos en un acuerdo nacional antiinflacionario que ha resultado un fracaso estrepitoso.
Por las ponencias, participaciones y discusión, en el primer foro del FNPRCM, en la ciudad de Mexicali, es claro que los productores han tomado conciencia de que estamos en una crisis extraordinaria con un presidente que no es normal. Quienes se han reconocido en el frente, saben que estamos en la fase final de una política hacia el campo que desde la firma del TLCAN (1994), fue diseñada para entregarle el mercado nacional de granos básicos a los corporativos privados que controlan buena parte del mercado mundial de alimentos, y saben también que tenemos a un gobierno rendido frente a tales poderes.
No faltaron las acusaciones de que la ausencia del gobierno en esta “contingencia de mercado”, le sirve la mesa a los corporativos privados que ya se ofertan como las nuevas parafinancieras que con contratos comprometerán tierra y agua, y decidirán el hectareaje y los cultivos a sembrar de acuerdo a sus requerimientos especulativos en el mercado global de alimentos. Es bajo esta política que México ha profundizado su dependencia alimentaria, reduciendo su producción nacional, sacando a más de un millón de pequeños y medianos productores de la actividad en los últimos treinta años y dejando sin sembrar dos millones de hectáreas destinadas al cultivo de maíz, según estudios del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Los participantes en el primer foro del FNPRCM, coincidieron en que los esfuerzos para revertir el desastre, son tan grandes como la amenaza que representa que la nación naufrague en la tormenta que imponen los mercados financieros que especulan con los alimentos. Es apremiante restablecer todos los instrumentos de protección a la producción nacional de granos básicos, lo cual reclama una política de precios de garantía, junto a una vigorosa presencia del Estado que asegure -con las apropiadas medidas de regulación- las compras y adquisiciones de la producción nacional, resguardada con las pertinentes medidas arancelarias. Estos instrumentos, acompañados del reposicionamiento de una robusta banca nacional de crédito para mantener el potencial productivo de las zonas de riego, habilitar a los millones de hectáreas de buen temporal, aunado a una política de inversión pública en obras de infraestructura hidráulica que amplíe la frontera agrícola, le darían al país la capacidad de duplicar la producción nacional de granos básicos y la debida protección ante los tiempos de inestabilidad financiera y guerra que se viven en el plano internacional.
Las crisis no advierten necesariamente fatalidades, también son la oportunidad de hacer germinar soluciones de gran alcance y profundidad. Como lo han hecho notar algunos productores: esta crisis contiene la semilla y la posibilidad de restablecer una nueva política alimentaria, como aquella que le dio estabilidad y soberanía al México posrevolucionario de 1934 a 1982.
Ciudad Obregón, Sonora 11 de julio de 2023