La rudeza del invierno

El Acueducto de Álamos

Por: Gerardo Armenta

Un invierno seco y frío. Tal es el que se ha pronosticado para esta temporada de fin de año. Parecería muy rudo juzgar así este invierno en una primera aproximación a sus principales características. Pero quizá tampoco no proceda extraviarse en muchas consideraciones al respecto. Si es cierto, como tanto se dice, que lo que se ve no se juzga, cabría hacer una modificación a esta frase para señalar que, igual, lo que se siente, tampoco procede cuestionarlo.

Y en efecto, lo que ambientalmente se ha dejado sentir ya con un cierto o declarado rigor, es un invierno seco y frío. Ni para dónde hacerse. Calor y frío son los dos tiempos climatológicos sustanciales que anualmente se dejan sentir en esta región norteña del país. Estas líneas no pueden interpretarse como una especie de inopinado lamento existencial. Significan más bien la reiteración de una obviedad de un estado del tiempo que desde tiempo inmemorial tiene aquí carta de naturalización plena. Abríguese.

Empero, esta vez el rudo o agresivo tiempo de frío de hoy no llegó solo. Lo esperaba aquí una terrible carencia de agua que ya hace notar perjuicios severos en la tarea agrícola. Al grado, incluso, de que tomó curso ya la indeseable especie del campo en el ámbito del Valle del Yaqui está paralizado, lo que, sin duda, equivale a decir mucho. Pero, por lo visto, así están las cosas respectivas, por lo que es pertinente asumirlas bajo esta coloración.

En otras palabras, es la sequía la que está haciendo de las suyas en ese ámbito productivo, con el agregado de que de que no hay recursos económicos para enfrentar esta situación. Un dato que por sí sólo describe la situación general existente, es el que pone de manifiesto, como bien se sabe en estas alturas, que en el Valle del Yaqui dejarán de sembrarse 230 mil hectáreas. Una notificación de esta naturaleza explica por sí sola la gravedad del contexto por el que atraviesa el campo sureño. Convendrá esperar que cambien las cosas que hoy no favorecen la particular perspectiva a que se alude.

Por otro lado, cabe señalar que, a poco de que fue puesto a funcionar con toda la esperanza comunitaria a su favor, el Acueducto Macoyahui-Álamos presentó un desperfecto que obligó a suspender el suministro del vital líquido a la población alamense. Ante esta inopinada situación, resultó necesario reactivar el antiguo servicio del llamado tandeo de agua a la población. Cabe reconocer que el desperfecto generado por causas eléctricas) fue solventado en tiempo razonable, lo que debe ser reconocido.

Empero, no deja de llamar la atención el hecho de que, prácticamente apenas puesto en servicio el Acueducto de Álamos, su funcionamiento haya presentado una contingencia de carácter eléctrico. Nada del otro mundo, por supuesto. Pero a querer y no, se trató de un incidente que no cabía esperar en una obra prácticamente recién inaugurada, la que, además, tiene quizá el mayor de los significados (social y existencialmente) para una población como la de Álamos, donde históricamente el tandeo de agua llegó a ser una práctica de vida sujeta a una programación respectiva.

Por eso, obviamente el acueducto fue visto originalmente como uno de los proyectos más significativas en la historia alamense, tal como era propio entenderlo. El incidente al que se alude no llegó necesariamente a mayores en buena hora. Fue notoria la rápida atención que le brindaron las autoridades municipales. De ese modo se evitaron males mayores, los que, por lo demás, no tenían razón de ser.

En este contexto de que se habla, el alcalde Samuel Borbón Lara ofreció datos interesantes. Dijo, por ejemplo, que Álamos tiene una población cercana a los 12 mil habitantes. Existe un promedio de cuatro mil familias que dependen del suministro de agua que brinda el Municipio, "lo que, subrayó, vuelve muy necesario el que se cuente (en Álamos) con un servicio al 100 por ciento". Cabe dar por cierto que tal debe ser el objetivo de las autoridades, en un lugar que, como quedó dichos renglones arriba, prácticamente vivió una vida bajo el sistema de tandeo de agua.

El Acueducto Macoyahui-Álamos es una de las más grandes obras sociales y técnicas que se han emprendido durante los últimos años en el sur de la Entidad. Pero esta modalidad o condición no le pone a salvo de experimentar fallas. Lo deseable sería que éstas nunca ocurran. Porque su materia prima, por decirlo así, es el agua. Por ello, importa sobremanera tomar nota de que el Acueducto está funcionando con normalidad.

armentabalderramagerardo@gmail.com


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