Por: Jesús Huerta Suárez
Dicen que la edad te va ablandando, pero hay quienes ni de viejos cambian, al contrario, la edad y la amargura a muchos les pesa cada día más, como al viejo imbécil que le arruinó la vida a la Negra.
La Negra, aunque en realidad es café obscuro, fue como le pusieron los García, quienes la adoptaron después del trance por el que pasó.
La Negra es una perra que tenía un señor, al que le llamé viejo imbécil en la parte superior de esta historia, para que le cuidara su taller mecánico al sur de la ciudad. Y, ella, con la nobleza que a los perros caracteriza y con tal de tener de donde vivir y mal comer, ahí se quedó.
Tiempo después, la Negra se apareó con un perro del barrio, así de la nada por mero instinto como lo hacen los animales y algunas personas, y a los dos meses dio a luz a cinco perritos de varios colores, al amanecer.
Los tuvo a un lado de la caja de herramientas del sucio taller. Un rato después llegó este señor que te comento y cuando vio a la Negra recién parida, se enojó porque tendría que ayudar un poco a su perra guardián con alimentos y un lugar adecuado para poner a los críos, y lo que se le ocurrió fue matar a los cachorritos, y sin mucho pensarlo los fue tomando uno a uno los estrelló en el piso con todas sus fuerzas.
Los que no murieron del golpe contra el suelo los remató pisoteándolos cruelmente hasta destriparlos frente a su madre, quien estaba amarrada y convaleciente por su reciente parto.
Los llantos de dolor de la perrita al ver cómo los asesinaban se confundían con los de los retoños.
Desde entonces la vida de la Negra cambió. Quizá algunos crean, en su ignorancia, que los animales no tienen sentimientos, pero se equivocan, las bestias llegan a ser igual o más sensibles que las personas, y ahora ahí anda la pobre Negra toda traumada por lo que le pasó.
Se pone a temblar en cuanto ve a una persona venir; no controla sus evacuaciones y en cuanto se asusta se orina y depone, pero lo peor, al menos para mí, son sus ojos; nunca había visto unos ojos que reflejaran tanta tristeza.
Con solo verlos te dan ganas de acariciarla, pero no puedes porque le tiene pavor a la gente y se aleja temblando. Parece que así vivirá el resto de su vida y todo porque un inhumano asesinó a sus bebés frente a ella, lo que le rompió el corazón para siempre.