La familia es un elemento fundamental de la sociedad, lugar donde se aprenden valores y se transmite cultura
Desde hace poco más de cuarto de siglo, la parroquia Divina Providencia, colonia Campestre, en Ciudad Obregón, el párroco de ese entonces, Padre José Loreto Córdova QEPD (Padre Tito), implementó que a la par de la catequesis infantil, que también los papás reciban catequesis y tuve la bendición que me invitara a iniciar con este proyecto. Desde entonces lo seguimos haciendo; primero dos veces al mes y hoy después de la Pandemia, una vez al mes. Donde Padres y Padrinos, nos reunimos a una reflexión, media hora después de misa dominical de niños.
Padre Tito, aseguraba que poco fruto se tendrá de una catequesis infantil, sino se le da continuidad en casa, pues la fe, así como la educación de valores y las buenas costumbres son responsabilidad de los padres, no se debe delegar ni al gobierno, ni a la escuela, ni a la iglesia, que son apoyos para desarrollar hijos sanos, que son solución de sociedad y no el problema de la misma. Por eso se sigue ofreciendo una catequesis – kerigmática, que forcemos una pausa en las prisas y urgencias de la vida, para detenernos a contemplar lo más importante: la familia, por quien se trabaja, se lucha, aunque en ocasiones haya una desintegración debido a la tragedia de la pérdida de algún miembro por la violencia, o por la separación de los esposos, que sin querer termina afectando a los hijos, sin culpa alguna.
La sociedad está, como están las familias.
La familia es un elemento fundamental de la sociedad, lugar donde se aprenden valores y se transmite cultura. La familia es el núcleo primario de la sociedad, y su fortaleza y vitalidad son decisivas para el desarrollo de la sociedad. Ante familias desunidas, con violencia de cualquier tipo, vemos una sociedad multiplicando los mismos males, una sociedad sucumbe, cuando la familia es atacada y destruida desde sus bases conceptuales.
Por eso, no es un pensamiento retrógrado, utópico, el volver a poner la familia en el centro, para cuidar, amar, servir y educar en el amor. Todos queremos para nuestros hijos, que sean forjadores de la civilización del amor, formando una familia que sea signo para todo el mundo, de que es posible un equilibrio armonioso en la unidad y en la formación de la actitud de servicio, pues como nos enseñaba mi mamá, como catequista de la parroquia mencionada, que "quien no vive para servir, no sirve para vivir". No es sólo una idea de utilitarismo a ultranza, sino de entender la antigua idea de Jesús de que "hay más alegría en dar que en recibir", Hechos 20,35.
Por eso no es de extrañar que, ante tanta violencia en la sociedad, es un catalizador de que algo está mal en las familias, pues los valores esenciales del respeto a la vida, a las personas, al propio cuerpo, a la naturaleza y porque no decirlo también, el respeto a la propiedad privada. Esto no se delega, se tiene que asumir la educación del bien, la justicia y la verdad, desde casa, entonces contribuiremos con ciudadanos responsables que dan lo mejor de sí, para el bien común.
La familia está invitada a ser como un Sacramento
El Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 1131, dice: "Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con las disposiciones requeridas".
La familia se considera un sacramento en la Iglesia Católica porque el sacramento del matrimonio es la base de la unión familiar. El sacramento del matrimonio da a los esposos la gracia de amarse con el amor de Cristo por la Iglesia. La familia es un lugar donde se aprende a vivir, a compartir, a cuidar de los demás y a reconocer el valor de la vida humana. La Iglesia considera que la familia es una escuela de humanidad, amor y esperanza.
La familia cristiana se conoce como "Iglesia doméstica". La Iglesia y la familia son caminos para la otra, y ambas han sido creadas por Dios para promover la cultura de la vida y el amor.
La Sagrada Familia es un modelo de amor, confianza en Dios y fidelidad a su plan de salvación.
La Eucaristía, centro de la vida espiritual católica
La iglesia vive de la eucaristía, como fuente y culmen de la vida y misión del catolicismo.Se dice que los nutriólogos dicen que "somos lo que comemos", por eso la importancia de la comida saludable, por encima de la comida chatarra.
Comulgar pretende no solo el alimentarse del mismo Dios, como Jesús lo explicaba en el discurso eucarístico o del pan de vida, en el evangelio de san Juan en el capítulo 6, de comerlo, para ser asumidos por él, no es solo que Jesús entra a nuestra vida, sino que nosotros participamos de su vida divina, su vida eterna, desde aquí en la tierra.
Estamos llamados a ser eucaristía, trataré de explicar la espiritualidad eucarística con el pasaje de la institución de la misa en la última cena, narrada por el evangelista san Mateo.
"Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen y coman; esto es mi cuerpo". Mateo 26,26
Jesús quiere hacer lo mismo contigo y conmigo cuando vamos a misa, ser pan en sus manos, que nos toma, nos bendice, nos parte y nos reparte, cada gesto tiene un significado profundo; por eso cuando nos hincamos en el momento de la consagración en la misa, además de adorarle, hay que decirle en oración:
"Tómame en tus manos, todo lo que soy, lo que tengo y como vengo; bendíceme, con tu presencia, con tu gracia, no importando mi grado de indignidad, sino por mi profunda necesidad, dame esa bendición descendente para que, con mis actos te bendiga y alabe aún sin palabras; párteme o pódame aquello que hay en mí que solo me hace daño, no me deja crecer, como lo es el odio, el resentimiento, el trauma, la depresión, la ansiedad, que me deja inmóvil en mi proceso de crecimiento personal y familiar; por último, enséñame que al decir tómenme y cómanme, estabas dándonos el ejemplo de que también nosotros hay que desgastarnos por los demás, que me necesitan y decirles aquí estoy, no estás solo o sola, tenemos a Jesús, que todo lo puede y todo lo da." Amén.
Me quedo contemplando solo este versículo, aunque sabemos que el versículo siguiente es cuando toma el cáliz, compartiendo su sangre en ese vino convertido en su sangre por obra y gracia del Espíritu Santo, sangre derramada por muchos por el perdón de los pecados. Dios nos perdona, aprendamos a perdonar a los demás, a pedir perdón y perdonarnos a nosotros mismos. Nuestros hijos tienen que aprender de la obra de Jesús, como nosotros adultos también.
Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. (Numeral 2223, Catecismo de la Iglesia Católica)
Desgloso el numeral, sin cambiar absolutamente nada:"Los Padres, testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde:
- la ternura,
- el perdón,
- el respeto,
- la fidelidad y
- el servicio desinteresado son norma.
La familia es un lugar apropiado para la educación de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de:
- la abnegación,
- de un sano juicio,
- del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera.
Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar: las dimensiones materiales e instintivas a las interiores y espirituales
Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen más aptos para guiarlos y corregirlos". Concluimos con Palabra de Dios.
"El que ama a su hijo, le corrige sin cesar [...] el que enseña a su hijo, sacará provecho de él" (Sirácides 30, 1-2).
Corregir y enseñar, es una labor que hay que retomar, pues los valores enseñados en la escuela o en la calle no son del todo confiable, así como decidimos en que escuela inscribirlos, debemos optar por la mejor ayuda para la misión de los padres de educar conforme a nuestras creencias y valores.
"Y ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor". (Efesios 6, 4)
Si es necesario romper el ciclo de que así me educaron, así repetiré el modelo, no, pues todo modelo es mejorable, con amor, escucha y dialogo podremos educar corrigiendo pidiendo sabiduría del Espíritu Santo que ilumina para advertir la importancia de la corrección, para que se alcance una sencilla e importante conversión.
«Quien no se preocupa de los suyos, especialmente de los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que el que no cree.» (1 Timoteo 5,8).
Preocuparse es ocuparse antes de, tenemos que aprender a escuchar a nuestros hijos, ser sensibles en que, debido a tanta urgencia, nos olvidamos de lo importante, no es lo mismo, no globalicemos y llevemos al mismo nivel la proveeduría con el ser. Los hijos requieren más la presencia tuya, que tus cosas, preguntar ¿cómo te sientes? ¿cómo estás? ¿qué puedo hacer por ti? Y expresar desde el corazón las palabras que más consuelan, te amo, exprésalo le hace bien al que escucha y al que lo dice.
Saludos y bendiciones a los papás de la parroquia Divina Providencia, colonia campestre, Ciudad Obregón, Sonora.