Uno no entiende cómo es que solamente se voltea a ver la zona serrana cuando ocurre una tragedia
Uno no entiende cómo es que solamente se voltea a ver la zona serrana cuando ocurre una tragedia.
En esta ocasión tocó el turno a trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad que andaban por aquella zona y que, se presume, vieron algo que los delincuentes trataban de ocultar y por esa razón los asesinaron.
Pero también médicos han sufrido las consecuencias de trabajar en aquella zona, debido a que los han secuestrado para llevárselos a atender heridos del lado de los malosos y a veces no los regresan y de ahí el temor de muchos a no ir a prestar sus servicios en esas comunidades.
Los vecinos de la región serrana dicen que un ejemplo claro es la masacre de Bavispe el 4 de noviembre de 2019, pues llegaron primero algunos familiares para auxiliar a los sobrevivientes que la Policía sonorense.
No se trata de una novedad tampoco que los serranos estén a merced de los delincuentes. A través de diversos trabajos periodísticos se ha advertido a las autoridades de la presencia de sicarios en aquellos municipios, incluso desde el sexenio de Eduardo Bours Castelo.
Pero, claro, las autoridades prefieren que la población vea a militares y policías acabarse los tanques de gasolina patrullando las ciudades, pues eso sí genera votos, mientras que por la porosa frontera de Chihuahua y Sinaloa, los maleantes incursionan con impunidad hacia Sonora.
Y es así como, a pesar de los anuncios de que la violencia va a la baja, en realidad los ciudadanos perciben que hay zonas totalmente controladas por los barones de la droga, al grado de que los vecinos deben encerrarse en sus viviendas a cierta hora para no exponerse al “patrullaje” de los malosos.
Y por eso mucha gente también desiste de ir a las comunidades serranas, que ofrecen paisajes y sitios de esparcimiento increíbles, pues hay temor de ser asaltados o vejados en las carreteras.
No hay que ir muy lejos. En áreas como Nuri, en Rosario, ya también se siente la presencia molesta de los delincuentes o en Tesopaco incluso se albergan a la fuerza en los hoteles locales para esperar a que llegue la “competencia” y armar sus zafarranchos.
En organizaciones como Causa Común se incrementa la incertidumbre porque, señalan sus portavoces, “avanza la militarización, al tiempo que se destruyen los mecanismos de fortalecimiento de instituciones civiles de seguridad pública”.
Y los argumentos llegan en cascada:
“Esto se debe a dos tendencias premeditadas por parte del gobierno:
“Una destrucción deliberada de los mecanismos de fortalecimiento de instituciones civiles: la desaparición de la Policía Federal; la inoperancia del Consejo Nacional de Seguridad Pública y sus conferencias encargadas de desarrollo de policías, fiscalías, sistema penitenciario y seguridad municipal, entre otros.
“La obsesión militarista, que no sirve para atender problemas de inseguridad, que viola la Constitución, y que está cambiando el sistema político al debilitar a las áreas civiles y darle responsabilidades excesivas a las Fuerzas Armadas”.
Ya es tiempo de que las cosas cambien en este país, pero mientras también el aspecto de la seguridad pública sea visto como una alternativa para ganar adeptos y votos, con acciones populistas, nada se avanzará.
Y el día que los ciudadanos dejen la comodidad de la crítica en las redes sociales o en las oficinas y restaurantes para tomar las calles con la exigencia de paz, hasta entonces esto podrá mejorar.
¿Podrás vencer tu apatía y participar? Cada ciudadano tiene la palabra.
Comentarios: franciscogonzalez.bolon@gmail.com