Está visto que de aquí al año 24 los mexicanos no conoceremos el sosiego; estaremos de continuo, como decían las abuelas, "con el alma en un hilo"
"Si paso la noche contigo -le dijo Dulciflor a Libidiano, el labioso galán que la asediaba-, después no me respetaré por la mañana". Sugirió el lúbrico individuo: "Nos levantamos tarde". Ovonio Grandbolier, empleado de don Algón, le pidió: "Deme permiso de faltar mañana, jefe. Van a operar a mi mujer para sacarle el apéndice". "Oiga, Ovonio -se molestó el ejecutivo-. Recuerdo perfectamente que hace menos de seis meses me pidió usted autorización para faltar porque le iban a sacar el apéndice a su mujer. Nunca he sabido de una mujer con dos apéndices". Ripostó el cínico individuo: "Pero seguramente habrá sabido de un hombre con dos mujeres". Larivela, atractiva chica con mucha ciencia -y arte- del mundo, estaba llenando una solicitud de empleo. Vio el pequeño renglón correspondiente a "Sexo" y exclamó: "¡Chin! ¡Tanto que tengo que decir y ponen solamente una rayita para contestar!". El veterano mílite narró en la cantina del pequeño pueblo: "En mi primer día en el frente de batalla tomé un tanque de guerra; el segundo tomé 14 prisioneros, y el tercero tomé un aeropuerto enemigo". "¡Caramba! -exclamó lleno de admiración uno de sus oyentes-. ¡Debe haber sido usted un héroe!"- "No -aclaró modestamente el veterano-. Era el fotógrafo del batallón". Lady Loosebloomers, la esposa de lord Feebledick, fue a visitar a Hardon, su chofer, quien se hallaba en el hospital convaleciendo de una neumonía. Al llegar al nosocomio preguntó: "¿En qué cuarto está Mr. Hardon?". Inquirió a su vez la recepcionista: "¿Es usted su esposa?". "¡Por supuesto que no! -se indignó lady Loosebloomers-. Todavía hay clases sociales, señorita. Soy solo su amante". Está visto que de aquí al año 24 los mexicanos no conoceremos el sosiego. Viviremos en un susidio permanente; estaremos de continuo, como decían nuestras abuelas, "con el alma en un hilo" y "el Jesús en la boca". Y es que antes se acabará el agua de los mares y la arena de los desiertos que se acaben los desplantes. Lo estamos viendo: apenas acabamos de salir de la revocación y ya estamos en la deselectrificación. Ya se sabe que el tiempo se está yendo de entre las manos y si alguna vez sintió la nefanda tentación de reelegirse, o de buscar la prolongación de su mandato, ahora tiene la certeza de que ni una cosa ni la otra serán enchílame otra, y que intentar cualquiera de las dos infamias sería hacer traición a México, y por tanto condenarse a sí mismo al basurero de la Historia y unir su nombre al de los más grandes villanos que en este país han sido. Procurará entonces acelerar lo que él llama su transformación, la cual mucho ha destruido y poco o nada bueno ha creado. Al igual que todos los mexicanos veo una oposición débil, carente de figuras de peso capaces de hacer frente al caudillo. No pierdo, sin embargo, la esperanza de que surja en su momento una candidatura sorpresiva que no solo una a los partidos opositores sino a la mayoría de los votantes y nos libre de la pesadilla que significaría el hecho de que se siguiera ejerciendo el poder a través de interpósita persona, de alguno -o alguna- de sus incondicionales, ésos que no han vacilado en tocar los límites de la ignominia con tal de ganarse su favor y obtener al final la bendición de su dedito si el señor decide apegarse a la ley e irse a su rancho, o hacer como que se va. Por lo pronto veamos venir, con esto de la contrarreforma eléctrica, un nuevo golpe a la legalidad y a lo que conviene al interés de México y a su prestigio en el concierto de las naciones civilizadas, entre las cuales Rusia ha dejado de contar. FIN.