Entre más se reprueba a los representantes del conservadurismo y la corrupción, más se habla de Xóchitl Gálvez
No cabe duda que México está convertido en un país de caricatura.
Y es que no solamente durante las mañanas de la semana se observa un remedo de gobierno, sino que en la vida institucional y política del país se viven momentos chuscos que, en principio, pueden causar risa, pero cuando vemos que las autoridades los presntan como algo serio, mueve a la irritación, personal y colectiva.
Aunque desde hace cinco años la condena principal está dirigida a los que se fueron, con el acercamiento de los tiempos electorales desde el púlpito mañanero se insiste cada vez más en la necesidad de no voltear los ojos al pasado porque, como a Lot y a su esposa, según la leyenda bíblica, se corre el riesgo de quedarnos como estatuas de sal.
Y está pasando el fenómeno de que entre más se reprueba a los representantes del conservadurismo y la corrupción, más se habla de una tal Xóchitl Gálvez que de pronto irrumpió en las lides presidenciales y hoy el crecimiento exponencial, azuzado por el odio presidencial, la convierte en la gran favorita de muchos.
Ese mismo personaje a puesto a parir chayotes a muchos políticos que veían ya aguas tranquilas rumbo a 2024, pero que de pronto se ven envueltos en una marejada de pronósticos reservados ya que, por ejemplo, Movimiento Ciudadano le apostaba con todas sus fuerzas al quiebre de Morena, vía Marcelo Ebrard, para tomarlo como su estandarte.
Pero la figura de Xóchitl Gálvez ahora los ha puesto entre la espada y la pared y no saben si definirse por ella o esperar la decisión de Marcelo una vez que la decisión de las corcholatas se defina por la favorita presidencial, lo cual causará el coraje de dos que tres.
Otro escenario de risa es ver cómo los recorridos por el país de las tapitas de refrescos se han desinflado. Están en muchas partes al mismo tiempo, pero ya no transmiten la sensación de frescura que la senadora panista le ha puesto a la carrera rumbo a Palacio Nacional.
Muchos morenistas, desencantados de quienes hoy los ningunean desde las esferas del poder, ya hablan de que se pasarán a las filas “xochiltianas”, pues el movimiento iniciado despierta más pasión que las seis corcholatas juntas y eso ya es decir mucho.
Les atribuyen falta de carisma, sumisión total al Tlatoani tabasqueño, simulación de apoyo a los pobres al llevar consigo relojes más caros que los usados por los conservadores o bien que se llevan al segundo frente a las campañas, entre otros aspectos que mueven a risa, pero no son chistes.
Y ahora, Dante Delgado Rannauro, líder nacional de Movimiento Ciudadano, se pone a decir que se sacrificaría como candidato a la Presidencia de la República si su partido no se decide por alguien para esa encomienda.
En el afán por querer sobresalir como un partido grande, cuando apenas está dando pequeños pasos, los de MC lo mismo arropan a Ebrard que a Xóchitl Gálvez y hasta se olvidan de sus figuras internas como Luis Donaldo Colosio, Samuel García o Enrique Alfaro.
Cada dirigente de MC, en función de sus intereses, habla un día sí y el otro también de que no necesitan alianzas, pero otros como Clemente Castañeda las pide a gritos porque saben que solamente así podrán sacar del Palacio Nacional a los de Morena.
A menos que se hayan decidido en lo oscurito, y no gratuitamente, por cierto, a apoyar a los guindas, precisamente, pero mantener en la superficie la carita de inocentes e inmaculados, cuando debajo del agua les suministran oxígeno para sobrevivir en el mar electoral.
Mientras tanto, algo para no reírse lo representan las farmacias de hospitales sin medicamento, los ancianos haciendo colas interminables para sacar su dinerito de Bienestar, en filas que asemejan ya a Venezuela cuando quieren comprar carne, o bien las refinerías que no refinan, los trenes inaugurados sin funcionar y un país desangrándose por todos lados a causa de los abrazos sin balazos.
Y esas no son ocurrencias. Es la realidad.
Comentarios: franciscogonzalez.bolon@gmail.com