Comicios en 70 países
Por: Gerardo Armenta
Por lo visto, el mundo como tal estará muy ocupado durante el próximo año. Tendrá esta distinción porque, si otra cosa no sucede (y ojalá que no suceda) en alrededor de 70 países habrá procesos electorales, incluido, por supuesto, el nuestro propio.
Es curiosa, aunque certera, la descripción que la información respectiva hace de algunos de los países cuyos ciudadanos acudirán a las urnas el año venidero. A Estados Unidos lo describe como la mayor potencia del mundo. La India es el más poblado del mundo. Rusia el más extenso. La Unión Europea es identificada como el mayor bloque comercial. Indonesia es el mayor país musulmán. A Taiwán se le presenta como el que encarna el mayor riesgo de confrontación entre las dos superpotencias de este siglo (China y EU). A México se le asigna la distinción de ser el mayor país de lengua española.
En todas estas naciones, añade la nota informativa a que se alude, se votará en 2024, “un año –apunta- con una alineación de estrellas electorales extraordinaria”. Bien a bien uno no sabe qué significarán realmente estas últimas líneas. El caso es que, como se afirmó al principio, suman alrededor de 70 países, con un total de más de tres mil 700 millones de habitantes, casi la mitad de los 8 mil 100 millones de pobladores del mundo, los que planean celebrar elecciones presidenciales o legislativas el año nuevo.
En México parecería que las campañas presidenciales ya están en pleno curso, por más que, como se sabe, será entrando el año cuando deberá tomar forma legal y práctica todo este llamativo entramado. Pero esta circunstancia no le quita ni le pone nada al hecho de que, por ejemplo, existan ya dos candidatas presidenciales en toda forma, aunque, insístase, todavía no lo son, porque están a la espera del calendario respectivo. Un partido como Movimiento Ciudadano aguarda para nominar un aspirante presidencial que tome las cosas en serio y no como el que “importó” de Nuevo León en un reciente escándalo político. Es perceptible, empero, que en el partido color naranja se están tomando las cosas con calma, ignorando aquello de que, al que madruga, Dios lo ayuda.
Vistas así las cosas, se pensaría que la venidera contienda presidencial en un país como el nuestro, se llevará a cabo en un marco institucional o práctico que servirá para que se le tome más en cuenta por parte de la ciudadanía. Lo que se quiere decir es que, con tres aspirantes presidenciales como máximo, se colmará con suficiencia cualquier ánimo democrático o de apertura política que se quisiera invocar. A nada conduce, excepto al desánimo o la frustración social, la hechura de elecciones de ese nivel con un desbordado número de aspirantes. Suele suponerse que eso es muy democrático. Pero no dicen dónde.
No debe perderse de vista que lo que se pretende es llevar a cabo elecciones serias y no carnavales grotescos, como han sido algunas contiendas presidenciales. Esta vez parecería que las cosas al respecto pueden funcionar bien, empezando por lo menos con lo que toca al número de participantes en la contienda. Por lo demás, a la hora de la hora de no se acabará el mundo, si por ejemplo, un partido como MC no postula candidato presidencial. Sería interesante que lo hiciera, pero sin que en esa decisión deba suponerse que estará en juego el futuro democrático del país. Por lo visto, a la dirigencia de ese partido le gusta hacerla mucho de emoción. Pero es claro que tal truco ya lo mostró varias veces.
Otras, sin embargo, tendrían que ser las preocupaciones democráticas existentes en un país como el nuestro, estando como está en esta coyuntura de vísperas electorales. Es el caso, por ejemplo, de lo que está sucediendo en y con las dos principales instituciones que existen relacionadas con los procesos comiciales. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y el Instituto Nacional Electoral afrontan actualmente situaciones un tanto delicadas o peligrosas que no deben prosperar mayormente, y menos con las formas que salieron a relucir en el TEPJF con el relevo de su presidente.
Casi en ningún lado es común que ocurran en un ámbito electoral hechos como los descritos. ¿Sólo en México? Parecería que sí. Se supone que el país ya había alcanzado una mayoría de edad en este ámbito. Y, ciertamente, los hechos pintaban así. Hoy, por desgracia, tendría que ponerse en duda esta aceptación. Lamentable…
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