El calentamiento global, la sobrepoblación mundial, la contaminación, han provocado que alrededor del 36% de la población mundial carezca del líquido
Durante los últimos años hemos visto cómo poco a poco las noticias sobre la escasez de agua a nivel mundial han comenzado a ocupar los titulares, ya que, como todos sabemos el calentamiento global, la sobrepoblación mundial, la contaminación, entre algunas otras causas correlacionadas entre sí, han provocado que alrededor del 36% de la población mundial viva con la carencia del vital líquido, cifra que amenaza con aumentar a más del 50% para el año 2050 si no cambiamos el rumbo que llevamos hasta la actualidad.
Ante dicha situación el estado de Sonora no puede presumir estar lejos de dicha realidad, la naturaleza y el clima de la entidad han propiciado que los habitantes de la región se encuentren pasando por una de las sequias más severas de las cuales se tenga registro en el estado, provocando así perdidas millonarias en el sector primario, aunado a la grave problemática que genera la carencia del agua para el consumo humano.
Difícilmente podemos concebir como siempre que se trata de dar soluciones a esta situación, la gran parte de los mandatarios han decidido emprender el camino gerencial que representa la administración de la escasez del vital líquido para “mover” de una parte a otra, cantidades de agua que satisfagan las necesidades de una región a costa de otras, lo cual, funcionó en distintas partes del mundo a partir de la década de los noventa hasta la fecha. Empero, la situación actual nos exige soluciones más sustentables a largo plazo que solucionen la problemática de raíz y no solamente tapen una coladera para abrir otra como sucede con regularidad en la actualidad donde gobiernos comenzaron por tomar la medida de perforación de pozos para solventar el monto de agua necesaria para sus comunidades lo que pronto dejo de ser una solución al generar un estrés sin precedentes en los mantos freáticos secando así los veneros naturales de agua, posteriormente se tomaron medidas de reconducción de agua por medio de acueductos que iban de zonas con abundancia de agua a zonas desérticas, para dar paso al uso de nuevas tecnologías como la desalinización del agua y el bombardeo de nubes con yoduro de plata para incentivar la precipitación. Sin embargo, como es por todos sabidos dichas soluciones conllevan consigo efectos secundarios como lo son el alto costo que generan, como lo es el caso de la desalinización del agua la cual tiene un costo promedio de 40 mil pesos por familia al año y, en el caso del bombardeo de nubes se estima que durante el 2021 la Comisión Nacional de las Zonas Áridas en México gastó más 35 millones de pesos en aplicar dicha operación en los estados de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Coahuila, sin que hasta la fecha se haya comprobado científicamente su efectividad e impacto al medio ambiente.