Semana Santa: Papa Francisco lava los pies a reclusas

Desde que asumió su pontificado, Jorge Mario Bergoglio ha continuado la tradición de celebrar la misa de Jueves Santo donde reina el sufrimiento

Por: Edel Osuna

Este jueves, el Papa Francisco visitó la prisión femenina de Roma para presidir la misa del Jueves Santo. Desde su silla de ruedas, llevó a cabo el gesto simbólico de lavar los pies a doce reclusas, replicando así la acción de Jesús con sus discípulos en la Última Cena.

Las 12 reclusas, muchas de las cuales mostraban evidentes signos de emoción o lágrimas, fueron llevadas a una plataforma donde el Papa Francisco, ataviado con un delantal blanco y asistido en su silla de ruedas debido a sus problemas de movilidad, procedió a lavar y luego besar sus pies.

Antes de esto, pronunció una breve homilía espontánea centrada en el perdón, prescindiendo de la lectura habitual que suele hacer; y es que, dado a sus problemas de salud, el Sumo Pontífice ha renunciado a leer discursos.

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“Todos tenemos pequeños o grandes fracasos, todos tenemos una historia, pero el Señor nos espera siempre con los brazos abiertos y no se cansa nunca de perdonar”, aseguró el Obispo de Roma en una carpa levantada en el patio de la cárcel, frente a las presidiarias y personal de la cárcel.

En la explicación del Jueves Santo, previo a la última cena de Cristo, Jorge Mario Bergoglio señaló que, lavando los pies a sus discípulos, “había venido para servir y no para ser servido”.

Y subrayó: “Jesús perdona todo, Jesús perdona siempre, solo espera que nosotros pidamos perdón”.

Asimismo, el argentino expuso a las presas que en una ocasión una sabia persona de la tercera edad le dijo que “Jesús nunca se cansa de perdonar, sino que –dijo– somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón”.

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“Ahora haremos lo mismo que hizo Jesús, lavar los pies, que es un gesto que llama la atención sobre la vocación del servicio. Pidamos al Señor que haga crecer en todos nosotros la vocación del servicio”, destacó mientras lavaba los pies de las mujeres.

Para el lavatorio de pies en la cárcel más grande el país, Francisco I llegó cerca de las 16:00 horas locales; estuvo en el patio, donde decenas de presas le recibieron, quienes besaron sus manos y le aplaudieron.

Con esta actividad, el Papa sigue con la tradición de no celebrar la misa de Jueves Santo en la basílica de San Juan de Letrán, catedral de Roma, sino en sitios donde impera el sufrimiento, una tradición que inició en 2013, cuando asumió su pontificado.

Por 11 años, Jorge Mario Bergoglio ha celebrado la misa In Coena Domini en cárceles, principalmente, pero además en centros para refugiados, correccionales y residencias de enfermos.

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