El desmayo, como es conocido comúnmente, es una pérdida breve de conciencia causada por una reducción temporal del flujo sanguíneo al cerebro. Aunque en la mayoría de los casos no representa un problema grave de salud, puede ser riesgoso si ocurre en situaciones comprometidas, como al conducir, subir escaleras o manipular maquinaria.
El tipo más frecuente de desmayo es el vasovagal, que se desencadena por una respuesta reflejo del cuerpo ante factores como el estrés, el calor, el dolor, la visión de sangre o incluso estar mucho tiempo de pie.
Entre los síntomas previos a un desmayo destacan la sudoración excesiva, visión borrosa, sensación de calor, debilidad y náuseas.
3 ACCIONES PARA PREVENIR UN DESMAYO
Cuando se percibe que un desmayo está por ocurrir, actuar rápido puede evitar la pérdida de conciencia. Los expertos en cardiología recomiendan tres maniobras de contrapresión que ayudan a elevar la presión arterial en segundos:
- Contrapresión con las manos: Si sientes que te vas a desmayar, siéntate y entrelaza los dedos frente a ti. Luego, empuja como si intentaras separar las manos a la fuerza. Esta acción aumenta la presión arterial de inmediato y ayuda a prevenir el síncope.
- Presionar con la cabeza hacia abajo: Mientras mantienes la presión con las manos, inclina la cabeza hacia abajo. Esto favorece el flujo sanguíneo hacia el cerebro, ayudando a estabilizarte.
- Tumbarse con las piernas cruzadas: Si el mareo es muy intenso, acuéstate boca arriba, cruza las piernas y presiona una contra la otra. Esta postura mejora el retorno venoso y facilita que la sangre llegue al cerebro con mayor rapidez.
PREVENCIÓN DE DESMAYO A LARGO PLAZO
Para evitar episodios de desmayo, los especialistas recomiendan mantener una buena hidratación, evitar el calor extremo y no permanecer de pie durante mucho tiempo sin moverse. También es clave evitar el ayuno prolongado, vestir ropa holgada y practicar ejercicio moderado regularmente.
Si los desmayos son frecuentes o aparecen sin razón aparente, es fundamental consultar con un médico. Aunque suelen ser benignos, podrían ser la manifestación de un problema subyacente que necesita atención profesional.
En resumen, conocer estas técnicas y adoptar hábitos saludables puede marcar la diferencia entre un susto pasajero y una situación de riesgo evitable.