El duelo en niños y adolescentes es una experiencia profunda, aunque muchas veces subestimada por adultos porque se cree que en edades tempranas es "más fácil" asimilar la muerte de un ser querido.
A diferencia de los adultos, los menores procesan la pérdida desde una comprensión más limitada, especialmente en edades tempranas. Sin embargo, eso no significa que no sufra, sino que, por el contrario, su forma de expresar el dolor puede ser distinta, pero también requiere atención, acompañamiento y un entorno de confianza.

LO CORRECTO ES HABLAR CON LA VERDAD
Expertos en salud emocional infantil señalan que, durante mucho tiempo, se ha evitado hablar con los niños sobre la muerte, bajo la idea de que no lo entenderán o que es mejor "protegerlos" de ese dolor.
Pero ocultar o suavizar demasiado la realidad puede generar más confusión. Lo recomendable es hablar del tema de forma clara, sencilla y sin alarmismo, brindando solo la información necesaria de acuerdo con su edad.
En situaciones especialmente difíciles, como la muerte de uno o ambos padres, es importante que la noticia provenga de una persona cercana, en un ambiente que permita expresar emociones.
¿DEBEN LOS NIÑOS IR A FUNERALES DE SERES QUERIDOS?
De acuerdo a un artículo del portal DesdeLaFe.mx, permitir a los niños participar en los rituales de despedida también es parte esencial del proceso. A los menores se les debe informar del suceso y permitirles que tengan ese momento de despedida frente a un difunto.
Para apoyar de manera efectiva, es fundamental fomentar espacios donde los niños y adolescentes puedan expresar sus emociones sin ser juzgados.
Decirles que no están solos, que sentirse tristes es natural y que su vida puede volver a tener estabilidad con el tiempo, es clave para su recuperación.

IMPORTANTE ESTAR ALERTAS DE SUS EMOCIONES
Las rutinas diarias, el afecto constante y la comunicación abierta ayudan a darles seguridad.
Además, es esencial que los adultos cercanos estén atentos a señales de alerta emocional, ya que la tristeza profunda también puede manifestarse en forma de aislamiento, accidentes o incluso pensamientos autodestructivos.
Expertos en tanatología enfatizan la importancia de acompañarlos con empatía, tiempo y amor ya que esto puede marcar la diferencia en cómo enfrentan la pérdida y reconstruyen su bienestar emocional.