El hielo se considera un gran aliado en el mudo del cuidado facial. Esto sucede debido a sus beneficios sorprendentes, que van desde reducir la inflamación y mejorar la circulación sanguínea hasta minimizar los poros y darle un brillo radiante a la piel.
Sin embargo, es importante aplicarlo de forma correcta, ya que puede generar irritaciones o quemaduras en la piel. Por eso, en esta nota, te diremos cómo puedes incorporar el hielo a tu rutina de cuidado facial para cuidar tu cara de manera efectiva y natural.
¿CUÁLES SON LOS BENEFICIOS DE APLICARSE HIELO EN EL ROSTRO?
- Reduce la inflamación: contrae los vasos sanguíneos, disminuyendo la hinchazón y el enrojecimiento. Además, sirve para tratar la irritación por picaduras o quemaduras y desinflama el rostro aliviando el dolor.
- Calma la piel irritada: alivia la dermis enrojecida o irritada, como la que se produce por acné o quemaduras solares, haciendo que tu rostro se vea mucho más uniformes y sin imperfecciones.
- Disminuye la apariencia de poros: el hielo se considera un astringente natural ya que cierra los poros dilatados, dando a la piel una apariencia más suave y uniforme.
- Mejora la circulación sanguínea: estimular la circulación, lo que ayuda a mejorar el brillo y la salud de la piel. Brinda un efecto luminoso y rejuvenecedor.
- Reduce bolsas y ojeras: disminuye la hinchazón y las ojeras, especialmente si son causadas por retención de líquidos o falta de sueño.
- Prepara la piel para el maquillaje: ayuda a disminuir la hinchazón y el enrojecimiento, creando una base más uniforme y suave para el maquillaje.
¿CÓMO APLICAR EL HIELO SOBRE LA CARA CORRECTAMENTE?
Lo primero que debes tener en cuenta al momento de aplicar hielo sobre el rostro es no hacerlo directamente, sino a través de un paño o tela suave. Envuelve el cubo de hielo en la tela, de forma que esta actúe como una barrera protectora. Si aplicas directamente el hielo sobre la dermis puedes generar irritación o quemaduras.
Una vez que tengas el paño listo, realiza suaves masajes circulares en las áreas afectadas durante algunos minutos. No te excedas en el tiempo ya que podrías dañar tu piel. Recuerda centrarte en aquellas zonas específicas donde tienes problemas como ojeras, poros abiertos, enrojecimiento o irritaciones.
Finalmente, seca suavemente el rostro con una toalla, pero sin frotar. Después de este proceso, se recomienda aplicar una crema hidratante para que la piel quede protegida y nutrida.
