Cuando aprendemos una nueva palabra, nuestro cerebro la almacena mediante dos canales distintos: uno para su significado y otro para su forma
Por: Andrés Manuel Contreras Alaniz
La capacidad de la mente para procesar y manipular información es asombrosa, pero ¿alguna vez te has preguntado por qué una palabra puede llegar a sonar extraña después de ser repetida muchas veces? La respuesta a este enigma radica en un fenómeno neurológico conocido como "saciedad semántica".
Este concepto es el resultado de la repetición excesiva de una palabra, lo que conduce a la pérdida temporal de su significado y a una sensación de extrañeza al pronunciarla.
¿QUÉ OCURRE?
Y es que cuando aprendemos una nueva palabra, nuestro cerebro la almacena mediante dos canales distintos: uno para su significado y otro para su forma, teniendo en cuenta tanto su sonido al pronunciarla como su escritura.
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Sin embargo, la repetición acelerada de una palabra desencadena una intensa actividad neurológica en la región sensoriomotora periférica, lo que provoca un agotamiento en el proceso de vocalización y escucha.
¿A QUÉ SE DEBE LA "SACIEDAD SEMÁNTICA"?
Este agotamiento conduce a la generación de un bucle perceptivo que, tarde o temprano, desemboca en la saciedad semántica: un estado en el que la palabra repetida deja de evocar su significado original, desconectándose temporalmente de su contexto semántico.
A pesar de ser un fenómeno transitorio, la saciedad semántica ilustra la compleja y fascinante manera en que nuestro cerebro procesa y almacena el lenguaje. Aunque temporalmente desconectados, los canales de sonido y significado pronto vuelven a unirse, demostrando la asombrosa plasticidad y adaptabilidad de la mente humana.
Por todo lo anterior, es importante destacar que este fenómeno nos invita a reflexionar sobre el poder de las palabras y cómo nuestra percepción del lenguaje puede ser moldeada por la repetición y el contexto en el que se emplean.