En medio de la noche, el cuerpo del hombre pendía del brazo de un árbol, a la orilla de un canal
Por: Eduardo Sánchez
Parecía que todo estaba normal, que todo estaba bien con Pascual, quien le dijo a su padre que se tomaría unas cervezas a la orilla del río y se llevó a su fiel perro, para que le hiciera compañía; sin embargo, no volvió.
Ya en horas de la madrugada, y al caer en cuenta que su hijo, de 28 años de edad, no volvía, decidió salir a buscarle.
Sergio, de 60 años de edad, empezó a buscarlo por la casa, por la colonia Ampliación Río Bravo, en Reynosa, Tamaulipas, cuando de pronto escuchó los lastimeros aullidos de un perro.
Guiado por el llamado del animal, el anciano emprendió la caminata por un terreno baldío, hasta que, en la penumbra de la noche se topó con la macabra escena:
Del brazo de un árbol de una cuerda pendía, tétricamente, el cuerpo de su Pascual, y a su lado, muy alterado, estaba su fiel can, sin dejar de llorar, hasta que vio que llegó el padre del muchacho.
Desesperado, bajó el cuerpo, intentó reanimarlo, pero todo fue en vano, pues ya no tenía signos vitales.
Lo único que el afligido padre pudo hacer fue llamar a la Fiscalía de Justicia de Tamaulipas, para que dieran fe y que el Servicio Médico Forense (Semefo) levantara el cadáver para las diligencias de rigor.
Cuando al sexagenario se le preguntaron los motivos que pudo haber tenido su hijo para quitarse la vida, éste dijo que desconocía, pues cuando lo vio salir de casa, además de tomado, no notó algo extraordinario.