No deberá ser impertinencia profesional, sino al contrario, volver la vista a los asuntos políticos tras el reciente periodo vacacional, y que en cierto modo todavía sigue en curso al amparo de otras motivaciones. No hay problema. Esto ocurre cada año, cuando es impresionante el modo en que los vacacionistas abarrotan playas y sitios que son útiles tanto para el descanso como para la diversión.
Pero un tanto después de que transcurre tal motivación anual, los frentes políticos empiezan a reavivarse poco a poco, si es que realmente una actividad como la suya propia de esos frentes permite tiempos formales de asueto o francamente vacacionales. No está necesariamente escrito, pero pensaría uno que el buen político (o dicho en plural) no se obsequia descansos nada más porque sí, aunque los merezca o los necesite de extrema urgencia.
El caso es que un partido político como Morena recién se obsequió la buena nueva de que su campaña de afiliación ha venido generando un éxito notable. Y vaya que sí, porque, a cuatro meses de iniciada esa campaña, cuya meta se fijó en 10 millones de registros para este año, se informó que hasta el domingo ha alcanzado casi la mitad o el 50% de esa cifra. Numéricamente, uno y otro de estos dos enunciados equivalen a lo mismo: casi 5 millones de afiliados.
Allí en esos datos resulta visible, entonces, un cuantioso poderío de Morena en lo que concierne a simpatizantes de nuevo ingreso en calidad de militantes. Cualquier partido político de los que existen hoy, daría su alma al diablo sin mayores averiguaciones burocráticas de por medio, para lograr un propósito como el descrito. La respectiva campaña de Morena tiene un nombre que por sí solo, más allá del significado que trasluce, llama la atención. Simplemente se denomina así: "Somos millones".
Quién sabe qué tantos, pero sin duda deben ser muchos millones. Morena es hoy el partido más poderoso de México. Incluso, no parece, porque así es, que tenga competencia seria al frente. Por lo menos hasta ahora. Decir las cosas de este modo se antojaría quizá un tanto exagerado. Pero los hechos son como son y mal se haría en ignorarlos. ¿Dónde están partidos que llegaron a tener tanto lustre político como el PAN y el PRI? La pregunta no es retórica y menos ociosa. En todo caso, el problema no es la pregunta, sino la respuesta, como acaso quizá resulte fácil asimilarlo.
Es evidente que partidos como los dos citados no están precisamente hoy en una circunstancia política más o menos favorable a su causa. Cabría suponer, o dar por cierto, si se quiere, que es todo lo contrario. Pero lo más grave de todo podría ser acaso el hecho de que en esos partidos no se advierten intentos formales o serios para, por lo menos, volver a ser un poco lo que fueron históricamente. Tal resultaría ser así el drama institucional por el que atraviesan.
La cuestión también acaso sería un tanto o un mucho paradójica. Mientras Morena lleva a cabo una campaña de afiliación, que ha de suponerse exitosa por la respuesta que ha tenido, en los frentes priista y panista no se sabe nada de algo parecido. No estaría de más que llevaran a cabo un ejercicio similar en el ámbito nacional. No debe ser enteramente creíble que las fieles militancias de esos dos partidos, hayan resuelto dar por terminada definitivamente la relación que sostuvieron con el PRI y el PAN, al grado de que éstos se hayan quedado en la más terrible orfandad electoral o política. ¿O sí?
Al parecer, sin embargo, el problema se agudiza porque esos partidos no hacen mayor cosa para dar a entender que, por lo menos, están en las diferentes palestras existentes en el contexto social, donde tendrían que figurar para ofrecer nota de su cabal y feliz existencia. Algo así deberían formalizar obligadamente para reactivarse más o menos como actores políticos, sin estar adscritos al séptimo arte como lo hacen quienes trabajan en la pantalla cinematográfica o televisiva y el teatro. Pero en estos renglones periodísticos de hoy se está hablando precisamente de partidos políticos y todo lo que eso significa o pueda significar en el ámbito propio de su competencia frente a la sociedad o la ciudadanía.
Es probable que haya mucho que hacer en este particular terreno. Véase el caso de Morena que, estando en el momento estelar de su existencia, asume llevar a cabo (y la lleva) una campaña de afiliación. Podría pensarse que no tiene muchas necesidades al respecto, siendo como es el partido en el poder. Y no precisamente con aproximaciones, sino de una forma avasalladora. Razón de más para que los partidos que están lejos de ese sitial, traten de hacer lo mismo o algo parecido. Sus siglas sabrán agradecerles esa motivación.
armentabalderramagerardo@gmail.com