Vivir en fraccionamiento

Problemas en Valle Grande

Por: Gerardo Armenta

A menudo suele creerse que la vida en los fraccionamientos (una vistosa singularidad asociada con el desarrollo urbano de las ciudades) es algo así como miel sobre hojuelas, donde por supuesto, todo es dicha y felicidad. Quizá resulte así en algunos casos. Pero en Navojoa existe uno donde nada de eso es cierto, ni siquiera por aproximación.

El lugar se llama Fraccionamiento Valle Grande. La denominación misma augura de entrada realidades existenciales promisorias, gratificantes, reparadoras, únicas. En la realidad, sin embargo, sucede todo lo contrario. El lugar al que se alude existe desde hace ocho años. Se ubica por el Periférico Oriente, cerca de unos 500 metros de la Carretera Internacional. Pero por lo visto vivir allí equivale a un auténtico viacrucis.

Los problemas en ese lugar tienen que ver con robos, vandalismo y conflictos de tráfico vehicular. Y todo esto es debido a las invasiones urbanas que han ocurrido cerca del fraccionamiento. Una problemática como la descrita no surgió allí precisamente el día de ayer. Pero se ha acentuado el último año. Y de qué manera.

¿En Navojoa no existen autoridades (del nivel que sea) con mínima disposición para atajar y finiquitar asuntos de esta naturaleza? Cabe pensar que no las hay, o seguramente deben andar muy ocupadas con las cuestiones electorales, hoy puestas en marcha con tanta anticipación. Por eso estamos como estamos.

Los hechos del tema de que se habla son recientes en el sentido de que hace un año se registró una nueva invasión en las inmediaciones del Fraccionamiento Valle Grande. Los residentes del lugar pidieron al Ayuntamiento y a la empresa constructora un permiso para cerrar la calle principal. Esto sería en tanto se lleva a cabo la regularización de solares en la llamada Ampliación Valle Grande.

En realidad, allí todo empezó con unas casas dejadas al garete, las que rápidamente fueron invadidas, lo que abrió la puerta para que el problema se multiplicara. Y hoy se ha convertido en una anómala y peligrosa realidad que debe ser resuelta sin afectar a los habitantes legítimos del fraccionamiento aludido.

No es la primera vez que en Navojoa ocurren hechos como los descritos. Pero el problema no es tal. Lo que llama la atención es que históricamente sigan ocurriendo hechos de esa naturaleza, los que, de una u otra forma, lesionan, por supuesto, los legítimos intereses de terceros.

¿Por qué los ocupantes de un fraccionamiento deben quedar expuestos a sufrir el acoso o la agresión de invasores urbanos? Por más que éstos tengan necesidad de un solar, como sin duda la tienen, nunca debería permitirse que al amparo de esa carencia se cometan abusos o arbitrariedades, como ha venido ocurriendo con los ocupantes del Fraccionamiento Valle Grande. Ellos, simple o gravemente, ya perdieron su tranquilidad existencial por culpa de quienes protagonizan las invasiones.

¿Es propio que con toda impunidad se generen situaciones de ese tenor? ¿Dónde están las autoridades o los funcionarios que tendrían que evitarlas con sus buenos oficios? La verdad es que en los discursos o las palabras oficiales todavía se quiere hacer creer que nunca hay de por medio problemas serios.

La realidad, sin embargo, tiene otra coloración. Las invasiones urbanas siguen siendo un sentido problema social y no sólo en el ámbito navojoense. Sus causas son fáciles de entender. Pero lo que ya no resulta tan fácil de asimilar es la forma en que se les deja crecer, muchas veces en perjuicio inmediato (como es el caso que nos ocupa) de vecinos que, de ser otra la realidad imperante, tendrían que estar al margan de esas contingencias, que en muchas ocasiones enfrentan riesgos y peligros que es mejor no invocar.

Al tenor de consideraciones como las anteriores, no debería permitirse que una invasión urbana perturbe la tranquilidad de residentes ubicados en las proximidades con legalidad y certeza plenas, como está sucediendo con los moradores del fraccionamiento mencionado en estos renglones. Éstos, en el extremo del agobio existencial por el que están pasando, todavía tienen que soportar la presencia de cholos a todas horas del día.

“Ya no podemos salir a caminar o hacer ejercicio”, dijeron. En virtud de otras situaciones que les han venido afectando por la irregular circunstancia que les ha tocado vivir, los residentes del fraccionamiento Valle Grande esperarían, en el más simple de los casos, que alguna autoridad tome nota de su situación y haga lo conducente para resolverla. ¿Mucho pedir?

Pues sí, por lo visto…

armentabalderramagerardo@gmail.com

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