UNAM: sucesión bajo la mira

La Junta de Gobierno de la Universidad inició la semana recién terminada, la etapa final de la ruta hacia la sucesión del rectorado

Por: Roberto Rock L.

La sucesión de rector en la UNAM entra hoy en su mes definitivo sin encarar la crisis que anticipaban los discursos incendiarios del presidente López Obrador desde sus conferencias en Palacio. La historia de este proceso dará eventualmente cuenta de intentonas para descarrilar el proceso, pero sin el alcance que esperaban sus promotores, aislados dentro del propio oficialismo.

Múltiples paros, con o sin motivaciones reales; bloqueos de instalaciones en una decena de campus, así como ataques –vidrios rotos, pintas, conatos de incendios– no han dejado de llamar la atención durante los meses recientes por parte de autoridades universitarias y cuerpos de inteligencia civil y militar.

Reportes gubernamentales compartidos con este espacio dan cuenta de seguimientos sobre líderes de activistas que protagonizaban tales acciones, los cuales en no pocos casos acudían con frecuencia al Senado, donde se reunían con colaboradores de Citlalli Hernández, que ocupa ahí un escaño y es secretaria general de Morena. Los movimientos de otros grupos de choque fueron rastreados hasta las oficinas del gobierno de la ciudad de México, donde se contactaban con operadores políticos de Martí Batres, entonces secretario de Gobierno y él mismo dirigente estudiantil desde su juventud en la Preparatoria 7 y luego en la Facultad de Economía de la propia UNAM.

Las fuentes consultadas indican que otra figura de aquellas remotas movilizaciones estudiantiles de 1986 pudo enviar ahora un mensaje de mayor moderación y haber hecho validar su postura ante Palacio. Se trata de Claudia Sheinbaum, exjefa de Gobierno y hoy virtual candidata presidencial de Morena. Ella ha construido en forma independiente canales de interlocución con la comunidad académica y científica a través de personajes de su absoluta confianza, lo que sin duda ayudó a suavizar la tensión con autoridades de la casa de estudios, donde a inicios de año se avizoraba una etapa de mucha inestabilidad.

La Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México comenzó la semana recién terminada la etapa final de la ruta hacia la sucesión del rectorado de Enrique Graue (2015-2019, y reelecto 2019-2023), luego de que 17 aspirantes tuvieron la posibilidad de presentarse ante una enorme comunidad –la más grande en América Latina– formada por una treintena de sedes en el país y en el extranjero, con más de 420 mil miembros, entre alumnos (350 mil), académicos (40 mil) y trabajadores administrativos (más de 30 mil).

Con 15 integrantes –la mayoría mujeres por primera vez en la historia–, la Junta de Gobierno hizo su contribución a la distensión al no integrar una lista de seis o siete cinco finalistas, como era tradición, sino de 10, a los comenzará a entrevistar de inmediato y podrá recibir cartas de adhesión personales o institucionales en favor de cualquiera de ellos. A más tardar el 17 de noviembre deberá seleccionar entre ellos al nuevo rector o rectora. De todo lo que ahí ocurra –interrogatorios, debates y acuerdo final– no existirá registro alguno como o no sea el oral.

Aunque el escenario puede variar en los próximos días, la determinación parece dominada por dos corrientes: la de escoger a un integrante del rectorado actual que encabeza Graue Wiechers, u optar por la cabeza de una de las facultades o institutos de más peso. 

Tratándose todos de académicos y funcionarios de primer orden, en el primer grupo destaca Leonardo Lomelí Vanegas, actual secretario general de la UNAM, economista, historiador y consultor de organismos internacionales. En ese mismo sector se ubica a Patricia Dávila Aranda, secretaria de Desarrollo Institucional de la misma Rectoría. En el grupo externo resalta Guillermo Fajardo Dolci, director de la Facultad de Medicina de la UNAM y presidente de la Academia Nacional de Medicina.

A Lomelí Vanegas se le achaca falta de intemperie política, por su perfil más institucional y burocrático; a Dávila Aranda se pondera en su favor la cuestión de género, pues nunca ha habido una rectora en los 113 años de historia de la UNAM. En contraste, es considerada una figura conservadora que, además, no podría reelegirse dentro de cuatro años pues entonces excederá la edad de 70 establecida como límite por la legislación universitaria.

Por lo que toca a Fajardo Dolci, se le reconoce mayor madurez en la función pública y su perfil médico, que dotaría a la UNAM de liderazgo en plena crisis del sector salud del país. La objeción que se le presenta no radica en él, sino en el hecho de que los últimos tres rectores han sido médicos: Graue, José Narro y Juan Ramón de la Fuente. (rockroberto@gmail.com).

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