La idea es destinar esos haberes económicos con el fin de que sean utilizados para el equipamiento de la Dirección de Servicios Públicos...
Por: Gerardo Armenta
El sur de la entidad es un ámbito territorial donde cotidianamente es posible tomar nota de los hechos públicos más disímbolos en cuanto a motivaciones o alcances. Por ejemplo, recién trascendió que el alcalde electo de Huatabampo, Alberto Vázquez Valencia, e integrantes de su equipo de trabajo, donarán al Ayuntamiento sus primeras tres quincenas de trabajo. Obviamente ello ocurrirá cuando tomen posesión de sus cargos y empiecen a percibir sus respectivos salarios.
La idea es destinar esos haberes económicos con el fin de que sean utilizados para el equipamiento de la Dirección de Servicios Públicos. Sin duda este es un buen acuerdo que no es muy común que se lleve a la práctica al iniciar labores una naciente administración municipal. Obviamente ningún funcionario de este nivel (como seguramente de ningún otro) debe estar obligado a participar en donaciones salariales de la naturaleza de que se habla.
Por eso tiene sentido realzar los alcances de la decisión dada a conocer por el alcalde electo de Huatabampo. Es obvio asumir que nunca estará de más que en un gobierno municipal que está por iniciar sus tareas se produzcan contribuciones económicas como las anunciadas por Vázquez Valencia con cargo a quienes serán funcionarios. El propósito se realza todavía más cuando se toma nota del destino que tendrán las aportaciones de los funcionarios que tendrán cargos en el próximo gobierno huatabampense.
En este sentido bien se sabe que el área de Servicios Públicos es una especie de dolor de cabeza para casi todo gobierno municipal. Es así por la naturaleza misma de su cotidiana labor en renglones de primer orden o necesidad para el funcionamiento de un conglomerado. Es en este contexto donde se realza sin duda la decisión del alcalde electo de Huatabampo y colaboradores para donar sus futuras tres primeras quincenas salariales y apoyar así las tareas de la Dirección de Servicios Públicos.
Mientras tanto, hay que dar por cierto que usted sabe lo que significa un término como batalla campal. En la lucha libre profesional quiere decir que en una función sus participantes se enfrentan todos contra todos y al final se averigua lo que proceda. Aunque cabría reconocer que enfrentamientos de esa naturaleza ya casi no ocurren en el ring seguramente por muchas razones, pero acaso de manera principal por los riesgos que suelen entrañar para quienes los protagonizan.
Sin embargo, vale anotar que en un lugar llamado Sinahuisa, perteneciente a la Comisaría de Bacabachi, en Navojoa, se produjo recientemente una batalla campal, no a cargo de luchadores profesionales, sino más bien de vecinos usualmente pacíficos o tranquilos. El agarrón se produjo en la iglesia y fue protagonizado por vecinos querellados por ostentar el mando en el comité de organización de las Fiestas de San Cayetano.
Las fiestas se llevan a cabo en agosto, pero como queda en claro, los preparativos se asumen con mucha anticipación. El problema es que dos grupos de vecinos quieren para sí la autoridad en el comité aludido. Tras el pleito colectivo, y con el fin de evitar males mayores, el templo de Sinahuiza fue cerrado momentáneamente, aunque se llegó al extremo de asignarle vigilancia policiaca como medida para evitar males mayores. Pero lo bueno es que también ya se produjo un diálogo entre los dos grupos que participaron en la insólita batalla campal a que se alude.
Por su lado, el regidor étnico del Ayuntamiento de Navojoa, Guillermo Poqui Rábago, intervino para tranquilizar el caldeado ambiente que se produjo en Sinahuiza. He allí la importancia y utilidad de un edil étnico cuando tiene interés o vocación para servir a sus representados. Procede suscribir también que el viernes en la tarde debió quedar resuelto el conflicto generado en Sinahuiza, Bacabachi. Tal es lo que razonablemente cabe suponer haya ocurrido.
No debe tener mayor sentido que en esa comunidad prevalezca una hostilidad pleitista causada por las diferencias en torno a la organización de las Fiestas de San Cayetano. Sin embargo, vale hacer notar que, como dijeron moradores del lugar, siempre hay problemas en Sinahuiza cada vez que se elige al comité de las Fiestas de San Cayetano. No debería ser así. Pero tendrían que ser los mismos vecinos del lugar los que salgan al paso de esta belicosa situación, por lo visto repetida anualmente. Esta vez, sin embargo, se llegó al extremo de una batalla campal, lo que amistosa o vecinalmente son o han de ser palabras mayores. San Cayetano no debe estar muy contento…