Temporada de beisbol: la molestia de la afición

El espectáculo que genera el rey de los deportes no ha podido ser disfrutado por los aficionados que, usualmente, lo hacían en el anterior inmueble

Por: Jesús Carvajal Moncada

Durante el presente siglo, el equipo de beisbol Yaquis de Obregón vivió excelentes temporadas en su antiguo Estadio, Tomás Oroz Gaytán, en cuanto a la respuesta de la afición y el ambiente que se generaba en los juegos. Después de dos series finales perdidas en 2002-2004, frente a Los Mochis y Culiacán, el equipo obtuvo su cuarto campeonato en la temporada 2007-2008, frente a los Venados de Mazatlán. Posteriormente, llegaría el tricampeonato, en el lapso de 2010 a 2013, bajo la dirección de Eddie Díaz, venciendo a Guasave en dos ocasiones, y a Mexicali, para la consecución de su séptimo título de la Liga.

La gran demanda por conseguir boletos para los juegos y el estadio a su máxima capacidad, con muchas personas deseando estar dentro de él, generaban comentarios entre la afición y en los medios informativos, acerca de la necesidad de remodelar el estadio o de construir uno nuevo. Finalmente, se optó por esto último, y al concluir la temporada 2015-2016, con la derrota de los Yaquis en semifinales ante los Venados, el Tomás Oroz Gaytán se cerraba definitivamente.

El Nuevo Estadio de los Yaquis inicia su historia en octubre de 2016, donde el equipo, por cierto, queda fuera de la postemporada. En esta nueva era, los Yaquis sólo han alcanzado la serie final en 2018-2019, perdiendo ante los Charros de Jalisco en seis juegos. Si bien el estadio es funcional y cómodo, apegado a las características de los estadios modernos, el espectáculo que genera el beisbol no ha podido ser disfrutado por aficionados que usualmente lo hacían en el anterior inmueble. Era de esperarse que los costos por entrada, así como por las bebidas y alimentos, se incrementaran notablemente. Además, la distancia del estadio con colonias del sur de la ciudad y de otras partes, sumado a la ausencia de servicios de transporte urbano, contribuyó a que gran parte de la población dejara de acudir a los juegos.

En relación a lo anterior, al inicio de la presente temporada, donde el equipo de Obregón ya está eliminado, la directiva comentó que, ante los índices de asistencia de la afición, que no han sido los deseados, además del adeudo que se tiene con el ayuntamiento, que ayudó a financiar la construcción del estadio, se pensaba en cambiar de sede, incluyendo la posibilidad de mudarse a los Estados Unidos. Al parecer, esto fue una estrategia para lograr el apoyo de la ciudadanía al equipo y a la actividad del beisbol en la localidad. Durante la temporada, los aficionados acudieron a los juegos en número similar al año anterior y casi al final de la misma, un grupo de estos mostró una manta donde hacía patente su repudio a la actual directiva y solicitaba un cambio en su personal.

Finalmente, se tiene en claro que no sólo se trata de contar con estadio nuevo, es necesario considerar su ubicación y las posibilidades de acceso al mismo. Es muy importante, también, la conformación de equipos competitivos que atraigan a más personas a ver los partidos, incluso, gente joven que empieza a conocer este deporte. La afición había sido fiel en el Tomás Oroz, se debió haberlos considerado.

Como en cualquier clase de evento, podrá haber quien rechace al beisbol o el ambiente que éste genera, lo que los espectadores gritan en un juego o la gran cantidad de bebidas alcohólicas que se consumen dentro del estadio, lo que hacía que al anterior se le considerara “la cantina más grande de Obregón”. Pero, de cualquier forma, este deporte ha sabido generar una afición leal, ser un espectáculo al cual se desea asistir, aunque sea una sola vez por año y que despierta un interés amplio en la población. Sigue siendo, indudablemente, la liga de beisbol profesional más fuerte de México. Entonces, la directiva debe enfocarse en contar con un equipo que pueda ser contendiente al campeonato y en una estrategia para que la llegada y el retiro al lugar del juego, fuese menos complicada para los aficionados.

En las transmisiones deportivas de los Estados Unidos, los comentaristas nunca hacen anuncios durante el juego, ni envían saludos a alguna persona. En los partidos de futbol americano, durante un tiempo fuera aparece un recuadro en la pantalla con publicidad de alguna empresa, pero sólo en determinados momentos, no como una constante. Al igual que otros deportes, la cadena de televisión se va a comerciales cuando hay una pausa en el terreno de juego. En México la situación es muy distinta. Aquí, en las transmisiones de beisbol por radio, después de cada lanzamiento, los locutores hacen publicidad a una o dos empresas, además de saludar a quien se reporta por redes sociales. Se entiende que hay que complacer a la afición lo mayor posible, y que se requiere de patrocinadores, pero los comentaristas deben dedicarse al deporte, exclusivamente. El exceso de información, también contamina una transmisión.

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