Es la primera vez en la historia de México que una mujer, Norma Lucía Piña Hernández, ostenta el máximo cargo de la SCJN, "La Casa de Toby"
Además de ser un hecho histórico el que una mujer encabece la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal, representa también la convicción de los magistrados de que esa instancia de poder no debe doblegarse ante nadie.
Durante muchos años, la Corte sencillamente había sido una “Casa de Toby”, en la cual solamente los hombres podían ser presidentes, a pesar de que también las ministras han mostrado capacidad en el ejercicio de sus funciones.
Atrás quedaron las aspiraciones para convertir al máximo órgano de justicia del país en caja de resonancia de una persona o una ideología, pues sus integrantes deben someterse siempre al arbitrio de la ley y no a interpretaciones políticas que solamente sirven para torcer el rumbo de la equidad.
Según se informó con oportunidad, de los cinco candidatos a dirigir la Suprema Corte, dos fueron nombrados en el sexenio de Felipe Calderón (Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Alberto Pérez Dayán, ambos en 2012); dos, en el de Enrique Peña Nieto (Javier Laynez Potisek y Norma Piña, en 2015), y la última, Yasmín Esquivel, con Andrés Manuel López Obrador, en marzo de 2019.
Toda vez que la ministra Norma Lucía Piña Hernández se ha convertido en la primera presidenta, tanto los ministros como los integrantes de los poderes Legislativo y Ejecutivo deben tener bien claro que si bien hay facultades para proponer ministros, deben en todo momento considerar a personas que vayan a representar las leyes y no los intereses de grupúsculos.
El hecho de que a Yasmín Esquivel, según cuentan allegada al presidente de la República por la vía de su constructor consentido, no le hayan concedido la oportunidad de ser electa, debe mover la conciencia porque en realidad debe ser el bien del país y no las ideologías lo que rija en este tipo de decisiones, pues de lo contrario se caería en el error de estar a expensas de lo que una sola persona quiera, solamente porque en su momento fue el impulsor de la candidatura del o la triunfadora.
Si en los últimos sexenios, como es evidente, la justicia se dirigió solamente contra los enemigos del régimen, debe ser una práctica evidenciada y, más, borrada de las acciones de la Suprema Corte.
Ya no estamos para aguantar ese tipo de arbitrariedades, producto de las cuales solamente los conectados al poder tienen triunfos judiciales, aunque con ello las leyes se conviertan en letra muerta.
Hay mucha decepción entre la sociedad ante el actuar de policías, agentes del Ministerio Público, jueces y otros funcionarios y por eso muchas veces se vanaglorian de que “bajaron” las estadísticas de los delitos, cuando en realidad la gente no tiene confianza de ir a presentar una denuncia porque se les hace “tiempo perdido”, además de que en muchos casos salen más regañados por exigir sus derechos mientras los delincuentes gozan de plena libertad.
Hoy más que nunca debe aplicarse la autonomía de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pues de lo contrario se cae en el riesgo de volver al pasado con temas como la reelección, a la que hoy millones de mexicanos le temen.
Deben ser, por supuesto, contrapeso del Ejecutivo, pero se ha caído en la sumisión y eso ha dañado al país. Si en verdad se quiere una verdadera transformación, hay que empezar por cambiar a los que hoy quieren ignorar o hacer retroceder las leyes.
Y las urnas son la mejor vía para ello.
Comentarios: franciscogonzalez.bolon@gmail.com