¡Se quema la casa!

Miguel lloraba desesperado y decía que iría a la cárcel por ser el culpable; su suegra lamentaba que se le había quemado mercancía para vender

Por: Jesús Huerta Suárez

¡Se está quemando la casa! Gritó la señora María Elena a su hija y a su yerno que aún estaban dormidos esta mañana de jueves. ¡Se está quemando la casa! Seguía gritando desesperada María Elena al ver que el fuego iba más rápido de lo que hubiera imaginado, y como casi todas las casas ubicadas en el Chorizo, del Kilómetro 4.5 norte, de la carretera Obregón-Esperanza, Sonora, son de cartón y madera por lo que podían haberse prendido en un santiamén, eso sin contar que todos tiene tanques de gas y materiales inflamables.

Doña María Elena tiene 40 años viviendo en este pedazo de tierra federal, junto a las vías del ferrocarril, en donde le cedió una parte del terreno a su yerno para que construyera su casa, la que hoy se quemó junto con la de su suegra. Y si no hubiera sido por los bomberos el incendio se hubiera convertido en una tragedia mayúscula pues el lugar está lleno de niños y de adultos mayores.

En cuanto vi el fuego me acerqué al lugar y avisé a las autoridades. Un par de hombres sacaron dos tambos de gas. En el piso, junto al incendio, la esposa del hijo de doña Elena comenzó a convulsionarse. Unos niños lloraban asustados y otros caminaban de un lugar a otro sin saber qué hacer. Los adultos acarreaban cubetas de agua para tratar de apagar el fuego.

En el piso, Miguel, a quién le prestaron unos shorts, pues salió en calzones, lloraba desesperado viendo cómo todo lo poco que tenía ardía envuelto en un espeso humo negro. Decía que, además de perder todo, iría a la cárcel por ser el culpable del incendio, aun a sabiendas que la causa fue un cortocircuito eléctrico.

Su suegra lamentaba que se le habían quemado 20 mil pesos de mercancía que llevaría a vender al tianguis; cosas que le habían regalado y que había comprado con muchos trabajos.

Yo, después de avisar a las autoridades, comencé a tomar un vídeo de lo que acontecía y narraba cada detalle que veía hasta que no pude aguantar el llanto por lo que sentía al ver a esas personas sufriendo.

Ahora, estamos tratando de conseguirles ropa, despensa, dinero y lo que se pueda para que los Rodríguez Miker y doña Elena puedan estar un poco mejor tras el lamentable incendio.

Cualquier persona que guste cooperar puede reportarse a este Diario, o a mi correo jesushuerta3000@hotmail.com, o al teléfono 644 413 19 68.

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