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En este año jubilar diocesano (2024-2025), nos invita a la contemplación y meditación del Sagrado Corazón de Jesús

Por: Saúl Portillo Aranguré

Si alguien puede cambiar el corazón del hombre, es Jesús. Si una devoción nos invita a la humildad de sabernos amados, es la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús; la mayoría de nuestros acercamientos a Dios, sea por intereses personales, buscando al rescatador por excelencia, que nos dé lo que le pedimos, que nos saque de donde nuestras malas decisiones nos llevaron a estancarnos. Y,aun así, él nos espera con amor y paciencia, nos ve y conoce mejor que nosotros mismos, como sea que te sientes y necesites, acude a él, en este artículo te mostraré un camino.

En este año jubilar diocesano (2024-2025), nos invita a la contemplación y meditación del Sagrado Corazón de Jesús, la solemnidad litúrgica se celebra el viernes siguiente a la solemnidad del Corpus Christi. Por lo que tenemos que tener claro el vínculo entre la adoración eucarística y la devoción a su corazón, de aquí el bello nombre de la parroquia que administra la catedral: "Parroquia del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús", en otra ocasión hablaré sobre la Sagrada Eucaristía, hoy quiero que reflexionemos en su Sagrado Corazón y que estas revelaciones a santa Margarita María de Alacoque, fueron dadas en un contexto de que ella ferviente devota de la adoración eucarística, es lógico pensar que el Señor revela su corazón a los adoradores de su santo Sacramento y que las capillas de adoración son lugares privilegiados de encuentro con él, ahí es más seguro experimentar a Dios, que en un casino o cualquier otro lugar.

CENTRO DE LA DEVOCIÓN Y EL NÚCLEO DEL SER HUMANO

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús se centra en la persona de Jesucristo y en su amor, que está representado por su corazón. A santa Margarita María de Alacoque, a quien Jesús le dijo: «Mira este corazón mío, que, a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud».

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús recuerda que Dios ama a los seres humanos con su corazón, y que los seres humanos deben amarle a él.

"Ese núcleo de cada ser humano, su centro más íntimo, no es el núcleo del alma sino de toda la persona en su identidad única que es anímica y corpórea. Todo se unifica en el corazón, que puede ser la sede del amor con la totalidad de sus componentes espirituales, anímicos y también físicos. En definitiva, si allí reina el amor una persona alcanza su identidad de modo pleno y luminoso, porque cada ser humano ha sido creado ante todo para el amor, está hecho en sus fibras más íntimas para amar y ser amado."  (Papa Francisco, documento Delixit Nos no. 21, octubre 2024).

Por lo que hacer las cosas de corazón, amar con el corazón, hablar con el corazón en la mano, implica nuestra persona, no sólo un aspecto de nuestro ser, requerimos retomar la centralidad del corazón, porque si no corremos el riesgo de vivir en automático, de hacer las cosas por el deber-ser, por compromiso, porque así nos educaron, por retribución, o por un bien aparente y temporal que creemos que nos traerá la felicidad, pero no es así; porque corremos el riesgo de permitir un amor desordenado y el pecado, abre la puerta a la maldad, que es lo que vemos en tanto culto a la persona, a las cosas materiales o al  poder que se puede obtener en las redes sociales; tristes testigos nos volvemos cuando vemos cumplida la profecía de Jesús en estos tiempos "Al aumentar la maldad se enfriará el amor de muchos." (Mateo 24,12).

Hacerlas de corazón es hacerlas por amor y con amor, pero no cualquier amor, sino con el amor de Dios que nos comparte, pues hay una gran diferencia entre el amor divino y el humano, en Jesús obtenemos el ejemplo de ambos y estamos invitados a amar como él nos amó primero, por eso, requerimos primero conocer su amor, tener la experiencia personal con Jesús que está vivo y resucitado, al alcance de un corazón que le busca con sinceridad y humildad.

LAS REVELACIONES A SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

Primera revelación, el 27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Margarita María, que tenía sólo 14 meses de profesa y 26 años de edad, estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Después de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan fuera de sí que podía hablar y comer solamente haciéndose una gran violencia. Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su superiora lo cual tenía gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga, cuyo dolor le era tan grato, engendraba en ella tan vivos ardores, que la consumía y la abrasaba toda.

A partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable Corazón.

Entre estas visitas le decía el Señor, "Busco una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios."

Segunda revelación, unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda gran revelación. En esta gran revelación, Nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas. La imagen del Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia nosotros, el cual había entregado sin condiciones, y el Señor quería que esta imagen se expusiese en las casas o llevarse sobre el pecho en forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraban. Pero por el momento Margarita no podía decir nada de lo que había visto pues no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que Jesús quiera revelar.

Tercera revelación, en lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, fiesta de Corpus Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación, ante el santísimo expuesto. Jesús le explicó las maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su amor para con los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es más brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor. Porsupuesto que no le creyeron, la censuraron obligando al silencio, a no seguir con las revelaciones, que quizá fuera del mismo satanás, por sugerencia de algunos teólogos que consultó la madre superiora, pues desconocían a fondo el mensaje del Señor.

El Señor le había prometido a Margarita que su obra triunfaría a pesar de todos los obstáculos. Esta promesa empezó a cumplirse cuando, a primeros días de febrero de 1675, le envío al jesuita Padre Claudio Colombiere. En cuanto este santo sacerdote habló con Margarita, pudo ver su santidad y creyó en sus revelaciones, lo cual comunicó inmediatamente a la Madre Superiora. Ante el juicio del Padre Claudio, quién era reconocido por su sabiduría y santidad, la Madre Superiora pudo por fin descansar y le ordenó a Margarita que le contara todo al Padre Colombiere.

Cuarta revelación, fue bajo esta nueva aceptación que se dio la cuarta y última revelación que se puede considerar como la más importante. El Señor quería establecer en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús. Sucedió esta revelación en el curso de la octava del Corpus Christi del año 1675, o sea entre el 13 y el 20 de junio. Cuenta Margarita estando ante el Santísimo Sacramento un día de su octava, y queriendo tributarle amor por su tan gran amor.

En esta revelación solicita la institución litúrgica de la devoción, que sucedió hasta diez años después, con la insistencia del Padre Colombiere.

Te pongo las palabras de Jesús hace 350 años, en la cuarta revelación estando en el santísimo, santa Margarita María Alacoque, que quería tributarle amor por su tan gran amor:

"No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya."

Entonces el Señor le descubrió su Corazón y le dijo "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute."

Perdona Jesús nuestras irreverencias, sacrilegios, indiferencias y frialdades espirituales contra el santísimo sacramento del altar.

Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío. Santa Margarita María Alacoque, ruega por nosotros.

saulportillo@hotmail.com


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