Políticos: ¿Miel o jarabe de pico?

Por: Francisco González Bolón

Si todos los políticos pensaran así, sería el nuestro un mundo diferente.

En Mérida, Yucatán, don Carlos Ramírez Marín, Senador de la República, puso en operación un Jardín urbano de Colibríes y otros Polinizadores.

Muchos habrán de quedarse con la cara de incrédulos, quiero pensar, pero en realidad se trata de un espacio público con un gran número de plantas cuyas flores serán el alimento de abejas y colibríes, además de otros insectos capaces de dar vida a través de ese proceso denominado polinización.

Es indudable que estos seres habrán de jugar un papel fundamental en la subsistencia de los ecosistemas de la capital yucateca, pero de igual modo se puede trabajar en Cajeme y Sonora para tener un sitio mediante el cual se mejore la imagen urbana, en principio, pero al mismo tiempo ayude a reconstruir el tejido social tan dañado en los últimos tiempos.

¿Cómo se lograría eso? Con la invitación a que las familias, desde los padres hasta los mas pequeños, adopten un lugar en el que cultiven diversas plantas, nativas o adaptadas a la región, para que las abejas no se extingan sino que tengan dónde alimentarse y llevarse en sus patitas el polen que resurja en otros lados como flores y frutos.

“Hay países que ya no tienen a estos polinizadores y están pagando un precio muy alto, tienen que realizar las tareas de polinización a mano o con el uso de robots, nosotros queremos devolverle a la naturaleza lo que ella siempre ha hecho”, explicó Ramírez Marín.

Los silvicultores del sur de Sonora han denunciado una y otra vez que hay bandas, criminales tenemos que decirlo, dedicadas a destruir los bosques de árboles como el mezquite para hacerlos leña y de paso destruyen las especies endémicas que mucho pueden aportar a mantener un hábitat sano para la flora y la fauna.

Pero así como se han hecho las denuncias, a las autoridades del área les ha entrado por un oído y salido por el otro porque no hay poder humano que contenga a esos saqueadores y en consecuencia muchas especies de animales y plantas se colocan en el umbral de la extinción, a veces sin darnos cuenta.

Pareciera poca cosa, pero otorgar alimento y refugio a los insectos representa un gran paso para la humanidad en la lucha contra la contaminación del medio ambiente y eso que se llama cambio climático en el que muchas autoridades no creen y por lo tanto, en vez de apostarle a la generación de energías limpias, alientan el uso del carbón y combustóleo.

Cada ciudadano debe levantar la voz para que quienes están en el poder entiendan que atentar contra la naturaleza significa hacerlo contra nuestras propias vidas, pues al acabar con el ambiente se reducen las condiciones adecuadas para sobrevivir.

Recuerdo que durante su campaña hacia el Senado de la República, Ramírez Marín hizo suya la causa de proteger a las abejas y eso le valió el visto bueno de la población yucateca para elegirlo.

Ya en el puesto, ha impulsado diversas medidas para proteger a la especie, promover el consumo de miel nacional e impulsar a los apicultores de su terruño.

Muchos políticos, en cambio, han tomado como bandera de sus aspiraciones la destrucción política de sus adversarios específicamente, a veces en base a calumnias, sin advertir que una acción como la protección de las abejas se enquista mejor en la mente de los ciudadanos porque significa luchar por la vida.

Habrá que hacer de esas pequeñas grandes acciones un objetivo común.

Lograremos así una más inmediata transformación de México y el mundo más allá de discursos empalagosos, no por la miel sino por el jarabe de pico.

Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx

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