Para el maestro

El campo educativo en México es importante, pero impregnado de luchas políticas; su fin es noble, preciso y ambicioso, pero muchas veces no se logra

Por: Jesús Carvajal Moncada

La educación de masas fue llamada así aproximadamente a principios del siglo pasado, porque el gobierno entonces aprobó el que la población en su conjunto tuviera acceso a ella. La idea central era que por supuesto, que los ciudadanos aprendiesen a leer y escribir, a conocer y utilizar mejor el idioma español. De esta forma entrarían en contacto con el conocimiento acerca de la nación mexicana, su historia y geografía, principalmente, para de esta forma ir construyendo una identidad nacional.

En todo este proceso, es evidente que la figura del maestro era de gran importancia para llevar a cabo una tarea enorme, puesto que los retrasos en materia educativa eran considerables. Este fenómeno dio origen a la Secretaría de Educación Pública mediante un decreto del presidente Álvaro Obregón, el 25 de julio de 1921, con el fin de dirigir las labores encaminadas a acercar la educación a la sociedad y así, ésta estuviese informada y preparada para enfrentar los cambios que venían, así como el contribuir a construir un país mejor.

De ahí en adelante, el campo educativo en México ha sido uno de los más importantes, complejos e impregnado de luchas políticas. Sus fines son nobles, precisos e incluso, ambiciosos, pero en muchas ocasiones no se logran, ya que en lo educativo confluyen, además de intereses políticos, otros de tipo social, económico e ideológico. El hecho de que se trabaje con la formación del ser humano, es una oportunidad para inculcar valores e ideas afines a determinada clase política o económica. Es lógico que los gobiernos en turno tengan una idea del tipo de ciudadanos que desean formar, pero deben estar conscientes de que es prácticamente imposible homogeneizar a la sociedad en un pensamiento único. Se trabaja con la diversidad en un entorno actual de grandes y acelerados cambios tecnológicos. Lo esencial está en determinar las competencias que requiere una persona para desenvolverse eficazmente en su entorno social y ayudar a mejorarlo, con una base científica, aunque apoyada por aportaciones de la filosofía y las artes.

El docente actual debe estar capacitado, no sólo en las materias de su competencia, sino en el conocimiento a fondo de las condiciones donde hace su labor, la clase de alumnos que tiene y las variables internas y externas que afectan el proceso educativo. Lograr que los estudiantes se interesen en la lectura, en la búsqueda del conocimiento, en aprender a aprender, en expresar sus ideas más por sí mismos y menos en función de copiar y pegar información, son algunos desafíos para los que hay que estar constantemente preparados, ya sea que se trabaje desde lo básico o en niveles superiores.

En el mes de la celebración del día del maestro, recuerdo con afecto a aquellos docentes de quienes aprendí a comprender algún tipo de información, a desarrollar y emplear una habilidad, a actuar con ética en cada situación y a trabajar con perseverancias. Recuerdo también a mis alumnas y alumnos, quienes nos dan la oportunidad de aprender. Si nos concentramos más en el proceso de enseñanza y aprendizaje, en lo científico más que en las posturas de líderes políticos, para ayudar a los estudiantes a asimilar y utilizar la información, a ser seguros ante situaciones de tensión, entonces sí, habrá más posibilidades de que la educación impacte positivamente nuestra sociedad.

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