Oración, Ayuno y Limosna, para los católicos es el trípode para ejercitar la vida espiritual, durante cuarenta días, desde el miércoles de ceniza, hasta el triduo pascual. Un trípode es como un tripié o soporte que se usa para sostener una cámara o cualquier dispositivo que requiera mantener en equilibrio; pero, si falla una de las tres patas o soportes, irremediablemente se caerá.
No se trata sólo de "mejorar" en nuestro cristianismo bimilenario, sino de saber que hay una invitación abierta de parte de Dios para todo ser humano, y a la mitad de esta Cuaresma 2025, resuena la voz del profeta Joel, de hace poco más de 2,800 años, que dice:
"Dice Yahvé: Vuelvan a mí con todo el corazón, con ayuno, con llantos y con lamentos. Rasguen su corazón, y no sus vestidos, y vuelvan a Yahvé su Dios, porque él es bondadoso y compasivo; le cuesta enojarse, y grande es su misericordia." (Biblia Latinoamericana Joel 2,12-13).
Volver a Dios con todo el corazón, es la consecuencia que se pretende en la Cuaresma, es la manera que Dios nos ayuda y bendice nuestro esfuerzo por purificar y santificar nuestra persona.
En este artículo pretendo reflexionar como rasgar nuestro corazón en Cuaresma por medio de este método cuaresmal, que puede ser nuestro "modus vivendi", para que se convierta en nuestro "modus operandi".
LA ORACIÓN
Entre sus principales consecuencias es tener una relación muy personal con nuestro Dios, la oración nos une al creador (Dios Padre), al salvador (Dios Hijo) por medio de la gracia de Dios Espíritu Santo que nos ayuda a orar como conviene entrando en la dinámica del amor eterno trinitario, capaz de suscitar una experiencia del amor misericordioso con quien sabemos que nos ama, nos escucha y que no está obligado a obedecer nuestras peticiones, sobre todo aquellas que podrían llevarnos a la condenación.
El Catecismo de la Iglesia Católica identifica varios tipos de oración, entre ellos:
- La oración de bendición o adoración.
- La oración de petición.
- La oración de intercesión.
- La oración de acción de gracias.
- La oración de alabanza.
Pero por encima de estos tipos de oración, el objetivo es tener una comunicación filial, como un Padre con su hijo, y si el hijo fuera un bebé no requiere ni palabras, para saberse acompañado, amado y mirado con amor.
Las oraciones hechas por los santos de la iglesia, el Santo Rosario, novenas, liturgias de las horas, consagraciones, coronillas varias, tienen también la pretensión de ser un medio para llegar a un fin, lo decía San Juan Pablo II, en su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, señaló que el Rosario (como todos los rezos mismos) es un medio para llegar a un fin, ya que es un itinerario de profundización y anuncio de Cristo. No se puede anunciar a quien no se conoce, conocimiento como experiencia vivencial y no sólo como teorías o argumentaciones suficientes para creer. Por eso podemos afirmar: Conocer es experimentar (vivir, sentir, saber, entender, etc.).
Una de las frases más impactantes, que merece poner aquí es la de este santo fundador de los Redentoristas: "Quien ora ciertamente se salva; quien no ora, u ora muy poco, ciertamente se condena" (San Alfonso María de Ligorio).
Cuidemos nuestra amistad con nuestro Señor, no sólo lo busquemos por lo que nos puede dar, o nos pueda quitar, sino porque él es más importante, es el Señor de los milagros, que los milagros del Señor, que estos no son sólo temporales, y su Señorío es eterno.
La oración es un estado del corazón. Por ello ha de ser continua: Velen y oren en todo tiempo (Lucas 21,36). Hemos de atender las muchas ocupaciones de cada día, por eso no podemos estar rezando continuamente con las palabras o los ritos, pero sí podemos orar continuamente, porque la oración es tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos que nos ama (Santa Teresa de Jesús). "Orar es estar atentos a la voz de Dios, abrir el corazón y que entre su gracia para iluminar todos los rincones y momentos de mi vida".
EL AYUNO
En Cuaresma, las obras penitenciales, como el ayuno, la abstinencia, las renuncias, los sacrificios, pretenden purificar nuestras facultades del alma.
Las facultades del alma son las capacidades que tiene el ser humano para pensar, sentir, desear, recordar, y tomar decisiones. San Agustín, consideraba que las facultades del alma son la memoria, la inteligencia y la voluntad.
Una de las palabras inseparables de la Cuaresma es el ayuno. Ayunar es abstenerse total o parcialmente de tomar alimento o bebida. El ayuno se practica el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y la abstinencia ambos días y todos los viernes de Cuaresma.
El ayuno y la abstinencia es una obligación de la Iglesia Católica para todas aquellas personas que quieran voluntariamente seguir a Cristo. En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del verdadero ayuno que tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Juan 4,34).
El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en él su cumplimiento. Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y "acumula" la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo en cuanto, como nos enseña santo Tomás de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atención en el otro considerándolo como uno consigo mismo (Papa Francisco, cfr. Carta encíclica Fratelli Tutti, 93).
Como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 1430, la llamada de Jesús a la conversión y la penitencia se enfoca principalmente en la "conversión del corazón", más que en realizar actos externos, ya que estos últimos no son útiles si no van acompañados de una verdadera conversión interior. Sin embargo, el Catecismo enfatiza que, cuando realmente hay conversión del corazón, se podrá expresar esa actitud en "signos visibles, gestos y obras de penitencia", como lo enseñaron los profetas y Jesús.
"La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia", recuerda el Catecismo.
LA LIMOSNA
La Iglesia católica considera la limosna, un testimonio de caridad fraterna, y una obra de justicia agradable a Dios (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2462).
La limosna es el acto de donar dinero o bienes a los pobres o realizar otras obras de caridad. Sin embargo, al definir la limosna, es útil comprender el significado de la palabra.
La palabra limosna tiene su origen en antiguos vocablos del latín y el griego que significan misericordia y piedad. De igual manera, la palabra caridad proviene del latín caritas, que significa amor. La caridad, o limosna, es una manifestación visible del amor cristiano hacia el prójimo.
Generalmente, implica algún tipo de sacrificio por parte del donante para atender las necesidades del otro. Al hacerlo, se forjan lazos de comunidad.
En esencia, la limosna es una práctica espiritual y religiosa que 1) fortalece nuestro amor hacia los demás, 2) aumenta nuestro desapego y 3) contribuye a una mayor justicia social.
Este triple significado de la limosna nos ayuda a comprender por qué es tan central en la Cuaresma. Durante la Cuaresma, Jesús nos invita a un camino más profundo con él, y caminar con Jesucristo significa vivir como Cristo vivió.
A lo largo de su ministerio, vemos a Jesús cuidar de manera especial de los pecadores, los publicanos, los pobres, los enfermos y cualquier otra persona marginada. Con el joven rico y con los escribas y fariseos que lo perseguían, vemos a Jesús confrontándolos y llamándolos a un nivel superior de amor, misericordia y desprendimiento material para que ellos también puedan servir a los pobres como es debido.
Cuando damos limosna, hacemos una donación concreta de nosotros mismos (con dinero, tiempo, talento o servicio) a los demás. Si bien orar por los demás es digno y bueno, dar limosna nos ayuda a decir, con total claridad: "Esto es lo que puedo ofrecer, y lo ofrezco por amor a ti (y a Dios), porque me importa tu bienestar".
OREMOS
"Señor Jesús, a mediados de esta Cuaresma 2025, ayúdanos con la gracia del Espíritu Santo, a aprovechar este tiempo litúrgico, para mejorar en las tres dimensiones de nuestra persona.
Con la oración, purificas y santificas nuestra relación contigo, Señor Jesús, por encima de una relación superficial, convenenciera y manipuladora, queremos buscarte a ti por quién eres y no por lo que nos puedas dar.
Con el ayuno, purificas y santificas nuestra relación con nosotros mismos, la pureza de intensión, de sentimientos, de alimentar nuestra inteligencia, memoria y voluntad, con actos que nos lleven al autodominio, tomando el control de nuestra vida, para humildemente entregarla ti, Señor Jesús.
Con la limosna, purificas y santificas nuestra relación con el prójimo, saber que me necesitan, tanto como yo a ellos, queremos ser generosos, caritativos, sabiendo que lo que hagamos por los demás, a ti te lo hacemos, danos la gracia de verte y atenderte en el indigente o cuando menos tener la conciencia que ayudamos por ti, por amor a ti y por ti.
Virgen María, Madre del Verdadero Dios por quien se vive, intercede por nosotros, para ser como tu hijo amado quiere que seamos, personas sanas, libres, pacíficas y amorosas.
Amén.
Saúl Portillo Aranguré
saulportillo@hotmail.com