Luisa Terrazas: el sueño de meter a su hijo José a la "Cruz Gálvez"

Escribió una carta al entonces gobernador de Sonora; le expuso su situación y le solicitó apoyo para que José fuera admitido en la escuela

Por: Ricardo Aragón Pérez

Luisa L. Terrazas era de Sinaloa, tenía 30 años y ya era viuda, con un hijo de escasos 13 años, quien estaba a cargo de sus abuelos maternos desde que falleció su padre, porque su mamá no tenía ingresos ni recursos propios para mantenerlo y darle escuela. Sin embargo, Luisa tenía la ilusión de que su crío ocupara el estudio y se preparara para ser un buen ciudadano. Pensaba que lo mejor para él era asistir a una escuela de enseñanza técnica y aprender algún arte u oficio, por lo que procedió a gestionar su admisión en la Escuela de Artes y Oficios "Cruz Gálvez", confiada en que tendría el respaldo del gobernador sonorense, como se lee en una carta para el referido gobernador, en la que le suplicó autorizar la admisión en el citado plantel, para "un ser desvalido", huérfano de padre y separado de su madre.

Entonces José tenía 13 años, era originario de Sinaloa y tras la muerte del papá vivía sólo con sus abuelos Félix López y María Magdalena Terrazas, ambos padres de su progenitora, quienes radicaban en Estación Guamúchil, un pequeño poblado sinaloense que floreció a principio del siglo XX, cuando el Ferrocarril expandía sus rieles hacía el sur del país. Su padre, un tal Martín A., había fallecido tiempo atrás; luego su mamá Luisa Terrazas se separó del menor, para irse al norte en busca de una mejor alternativa de vida, cuyo destino fue el emporio minero de Cananea, Municipio donde estableció su residencia, específicamente en la casa número 223 del campo minero La Chivatera, una localidad que surgió con el boom de la minería.

Su mamá Luisa, una mujer sola y desdichada, algo letrada y ausente de la familia, como otras tantas madres en condiciones parecidas de su generación, soñaba con que su hijo José creciera como persona de bien, medianamente letrado y competente en algún oficio útil para sí mismo y para la sociedad de su tiempo. Con esas ideas positivas en mente, Luisa envió una carta al gobernador del Estado, fechada en el campo minero La Chivatera, en febrero 25 de 1920, solicitándole autorizara la admisión de su hijo José en el Internado y Escuela "Cruz Gálvez", por el tiempo necesario para el aprendizaje teórico-práctico de un oficio o arte.

En su misiva, escrita en dos páginas a puño y letra, dijo que era nativa de Sinaloa, pero vivía sola en un campamento minero de Cananea. Expuso que era viuda y madre de un "ser desvalido", sin recursos para darle estudio a su crío, por lo que solicitó al jefe del Ejecutivo apoyo para que José fuera admitido en la escuela de Artes y Oficios "Cruz Gálvez".

Luisa tenía mucha fe en el mandatario estatal. Veía en él un hombre de buenos sentimientos, de "acostumbrada benevolencia" y dado a las obras altruistas, por lo que esperaba una respuesta positiva para "un ser desvalido", por quien "clama una madre desamparada", que anticipaba al mandatario su "eterna y sincera gratitud".

En la carta, la viuda mencionó la dirección de una casa situada en el campamento La Chivatera, donde al parecer tenía algún tiempo viviendo y ganándose la vida probablemente en algún trabajo doméstico o en algún otro giro de baja remuneración. Sabía que, por cuenta propia, poco o casi nada podía hacer por el bienestar y porvenir de su hijo José, pero soñaba que fuera una persona preparada y para eso aseguraba no tener más esperanza que la Escuela "Cruz Gálvez", por lo que dirigió una carta al gobernador del Estado y ésto fue lo que le escribió:

*Ciudadano gobernador Constitucional del Estado de Sonora*

Luisa López Terraza, mexicana, viuda, de 30 años de edad, originaria del Estado de Sinaloa, ante usted y con el debido respeto comparezco y expongo:

Que el día 25 del mes noviembre del año de 1907, nació en (ilegible), jurisdicción de (ilegible), Estado de Sinaloa, el niño José A. López, hijo de la exponente y de mi extinto esposo el señor Martín Antunell y careciendo de los elementos pecuniarios indispensables para impartir al referido hijo a la instrucción y aprendizaje de un arte o profesión que lo capacite para ser más tarde un ciudadano útil así mismo y a la sociedad, por la presente y en la forma más respetuosa que en derecho proceda...

A usted ocurro ciudadano gobernador solicitando para mi desafortunado hijo José A. López su admisión en la Escuela Oficial de Artes y Oficios denominada Cruz Gálvez, por todo el tiempo que fuera necesario para que, en caso de ser aceptado, reciba la instrucción básica que se le impartirá en tan importante y benéfico establecimiento, así como el aprendizaje teórico y práctico de la profesión o arte, cuyos conocimientos desea adquirir.

Son abuelos maternos del solicitante el señor Félix López y la señora María Magdalena Terrazas, residentes en Estación Guamúchil, Estado de Sinaloa.

No dudando ni por un instante de sus reconocidos sentimientos de altruismo, que se servirá impartir con su acostumbrada benevolencia la protección que para un ser desvalido... clama una madre desamparada, y por el presente expreso a usted ciudadano gobernador mi eterna y sincera gratitud.

La cursante recibe notificaciones en la casa número 223 del campo minero La Chivatera Cananea.

Tengo el honor de protestar a usted mi atención y respeto

La Chivatera, febrero 25 de 1920. Luisa López Terrazas.

La respuesta no se hizo esperar. El mismo día que tomó razón de la misiva referida, en que Luisa "suplica la admisión de su hijo de 13 años, huérfano de padre, en la Cruz Gálvez", el despachó del gobernador expresó de manera lacónica su negativa, argumentando que no era posible "por falta de local", además de que en una escuela superior de la capital sinaloense "se abrirá un Taller para aprendizaje oficios y artes", añadió en mismo respondiente, por acuerdo de su superior jerárquico.

Así, el noble sueño de Luisa López Terraza de meter a su hijo José al Internado y Escuela de Artes y Oficios "Cruz Gálvez" se estrelló con un lacónico "no es posible la falta de local", el cual, a decir verdad, se encontraba límite de su capacidad.

Ricardoaragon60@gmail.com


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