La posibilidad de que personas de diferentes edades, orígenes y clases sociales puedan compartir un mismo espacio contribuye a la cohesión social
En la actualidad, las ciudades enfrentan una serie de desafíos que ponen en tela de juicio su capacidad para ser espacios sostenibles, resilientes y habitables. Entre estos desafíos se encuentran el crecimiento desmesurado, la pérdida de identidad local, la fragmentación social y la degradación ambiental. En este contexto, los espacios públicos emergen como elementos clave para reconfigurar las dinámicas urbanas y propiciar entornos que no solo sean funcionales, sino también inclusivos y sostenibles. A continuación, se invita a considerar algunos de los aspectos más relevantes de estos espacios urbanos.
IDENTIDAD LOCAL Y DIVERSIDAD SOCIAL
Los espacios públicos, como plazas, parques y calles peatonales, son el “alma” de las ciudades. Son lugares donde se teje la identidad colectiva y se refuerzan los lazos comunitarios. Estos espacios permiten a las personas conectarse con su entorno, reconocer su historia y cultura, y participar en una vida comunitaria activa. La posibilidad de que personas de diferentes edades, orígenes y clases sociales puedan compartir un mismo espacio contribuye a la cohesión social y al fortalecimiento del sentido de pertenencia.
Además, la diversidad de actividades que se pueden realizar en los espacios públicos, desde mercados al aire libre hasta actividades artísticas y deportivas, ofrece oportunidades para la expresión cultural y el intercambio de ideas. Esta pluralidad en las experiencias y usos de los espacios públicos enriquece la vida urbana y fomenta una sociedad más tolerante y diversa.
SALUD, BIENESTAR Y CONTACTO CON LA NATURALEZA
En un mundo cada vez más urbanizado, la relación de las personas con la naturaleza se ve gravemente erosionada. Sin embargo, la presencia de áreas verdes y espacios en las ciudades no solo mejora la calidad del aire y regula el microclima, sino que también ofrece un refugio necesario para la salud mental y física de sus habitantes, ofreciendo también puntos de restauración y encuentro con la naturaleza local.
El valor de la actividad física al aire libre es indiscutible. Numerosos estudios han demostrado que las personas que viven cerca de parques o áreas verdes tienden a ser más activas físicamente, lo que reduce el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardíacas. Además, estos espacios fomentan el contacto intergeneracional, permitiendo que niños, adultos y personas mayores convivan y se beneficien mutuamente.
Por otro lado, los espacios públicos pueden integrar elementos naturales, como jardines comunitarios y áreas de conservación -con especies preferentemente endémicas, desempeñando un papel crucial en la preservación de la biodiversidad urbana, con especies preferentemente endémicas, al tiempo que actúan como corredores ecológicos que facilitan el movimiento de especies y apoyan los procesos de polinización, esenciales para la salud de los ecosistemas urbanos. La coexistencia con otras formas de vida en las ciudades no solo es posible, sino necesaria para garantizar un futuro sostenible.
CIUDADANÍA Y ACCESIBILIDAD ECONÓMICA
Uno de los aspectos más subestimados de los espacios públicos es su capacidad para ser lugares donde se valore la ciudadanía sin necesidad de consumir. En una época en la que el espacio urbano está cada vez más mercantilizado, con centros comerciales y lugares de ocio que requieren gasto económico, los espacios públicos representan una alternativa esencial. Son lugares donde se puede disfrutar de la ciudad, socializar y participar en la vida comunitaria sin que el dinero sea un requisito.
La accesibilidad económica de estos espacios es crucial para la equidad urbana. La democratización del espacio público asegura que todas las personas, independientemente de su nivel socioeconómico, tengan acceso a áreas de recreación, cultura y descanso. Esto no solo promueve una mayor igualdad social, sino que también refuerza los valores democráticos y el ejercicio de la ciudadanía.
Resumiendo, los espacios públicos son el corazón latente de las ciudades. Su diseño y gestión no solo deben responder a criterios estéticos o funcionales, sino que deben considerar su papel como catalizadores de una vida urbana sostenible y resiliente. Son estos espacios los que permiten a las personas reconectar con su entorno, con la naturaleza y con los demás, fomentando sociedades más saludables, inclusivas y justas. Como señaló la urbanista y activista Jane Jacobs, “las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, solo porque, y solo cuando, se crean para todo el mundo.” Es en la construcción y preservación de espacios públicos donde podemos sentar las bases para un futuro urbano más equitativo y sustentable.
Profesor-investigador titular del Departamento de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Sonora, campus Hermosillo. Egresado de la maestría de El Colegio de Sonora.