Las elecciones y la sociedad mexicana

Para las elecciones del 2024, la mayoría de las casas encuestadoras le proporcionó una ventaja de 20% a la candidata de Morena Claudia Sheinbaum Pardo

Por: Mario A. Velázquez García

México celebró el 2 de junio pasado su mayor proceso electoral en la historia por la cantidad de cargos disputados y personas que votaron. Esta elección nos muestra algunas características sobre la sociedad mexicana y abre una serie de interrogantes que me gustaría plantear.

1.- Las elecciones presidenciales en México tienden a ser poco competitivas. Como sabemos las elecciones posteriores a la Revolución mexicana eran ampliamente controladas por el Partido Revolucionario Institucional. Todavía en la elección presidencial de 1994, Ernesto Zedillo obtuvo 48.69% de la votación frente a 25.92% de Diego Fernández. Las próximas tres elecciones serían las únicas disputadas. En el 2000 la diferencia entre el ganador y el segundo fue de 6.41%; en el 2006 la diferencia fue de solamente 0.56% y en el 2012 fue de 6.51%. Para la elección del 2018 fue nuevamente considerable la diferencia de votos con los que Andrés Manuel López Obrador ganó (30.92%). Para las elecciones del 2024, la mayoría de las casas encuestadoras le proporciona una ventaja de 20% a la candidata de Morena Claudia Sheinbaum Pardo, quien finalmente ganó por 32 puntos de diferencia. Como podemos ver, después de un breve periodo de alternancia y de elecciones cerradas hemos regresado a dos elecciones consecutivas donde un partido gana de una manera amplia las elecciones. Esto genera las siguientes preguntas: ¿El sistema de partidos e instituciones en México está construido para favorecer la concentración del poder? ¿La población en México prefiere la concentración de los cargos en una misma postura política? ¿Qué nos dice esta centralización sobre la diversidad de la sociedad mexicana y sus regiones?

2.- La aprobación del presidente no es un factor predictivo sobre los resultados de las elecciones presidenciales. El presidente Ernesto Zedillo llegó a la mitad de su quinto año de gobierno con una aprobación de 66%, sin embargo, su partido perdió las elecciones. Lo mismo sucedió en el sexenio de Felipe Calderón, quien tenía una aprobación de 61%, y, sin embargo, su partido no logró mantener la presidencia. Por otra parte, la baja popularidad del presidente parece ser un mejor predictor del resultado de las votaciones: para la mitad de su quinto año de gobierno Enrique Peña Nieto tenía una aceptación de solo 22% entre la población. ¿Qué nos dicen esto sobre la figura presidencial? ¿La población realiza una evaluación separada sobre la persona que encarna al poder ejecutivo frente al resto de las instituciones gubernamentales? ¿Cuáles son los factores que construyen una imagen positiva o negativa del presidente frente a los ciudadanos?

3.- El camino a la presidencia de México transita por la actividad partidista y política en la ciudad de México. Desde el presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), es decir hace más de medio siglo, los que ocupan el ejecutivo han nacido o hecho su carrera política en la capital del país; con excepción de Vicente Fox y Enrique Peña Nieto. El actual presidente, Andrés Manuel López Obrador y la próxima presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, son dos ejemplos claros de esto. Dicho de otra forma, la Ciudad de México conserva una centralidad desproporcionada frente al resto del país en la conducción política del país; esto a pesar del crecimiento de otras ciudades en importancia económica, política y cultural como Monterrey, Guadalajara, Cancún o Tijuana. ¿El centralismo es una de las características fundamentales del sistema político mexicano? ¿Cuál es la actual relación de poder entre el presidente y los gobernadores?

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