El caso Conchita estaba en boca de su hija Alicia, una niña aplicada, de buenas notas y destacaba en música; sentía que estaba adelantada
Por: Ricardo Aragón Pérez
Para Plutarco Elías Calles, la Escuela de Artes y Oficios "Cruz Gálvez", creada por obra y gracia suya, fue una de las pasiones más cautivantes, un sueño muy acariciado, quizás uno de sus orgullos mayores.
A menudo pensaba y se ocupaba de esa institución educativa y benefactora de la niñez desvalida, tanto en sus gestiones de gobernador y secretario del Estado, así como en las conversaciones públicas o privadas, pláticas entre amigos o correligionarios políticos.
Asimismo, en la correspondencia con su hija Alicia o su esposa Natalia acostumbraba a hablar de la escuela que llevaba en sus adentros, de su progreso o aprietos y también de Conchita, como cariñosamente llamaban a la profesora Concepción Núñez, directora del departamento de niñas, quien era muy querida entre la familia Elías.
Por una carta de Natalia, recibida en la Ciudad de México, en enero de 1919, Calles se enteró, no sólo de las "congojas", "calenturas" y "miles de achaques" de su esposa, sino también de que se hallaba muy conmovida; "mucho me ha podido lo que hicieron con Conchita, imagínate que después de cerrar con llave" el departamento a su cargo, sellar los accesos y verificar una supervisión de inventarios, por sospechas de irregularidades, motivó por el que "todas las niñas están muy descontentas", remarcó doña Natalia.
El caso Conchita también estaba en boca de su hija Alicia, que era su alumna en el internado "Cruz Gálvez", donde ella y Tinita, su hermana menor, estudiaban y pernoctaban. Alicia era una niña aplicada, de buenas notas y destacaba en la clase de música, en la que ella misma sentía que estaba adelantada, como le contó a papá en una de sus cartas: "Yo ya estoy muy adelantada en la clase de piano, creo que cuando regreses de México ya habré terminado el primer método", presumió a su progenitor.
Alicia gustaba hablar con papá, no solo de su aprovechamiento académico, sino también de sus maestras, de quienes tenía en un pedestal u opinaba que eran una calamidad. En 1920, escribió una carta a puño y letra, en la que le expresaba el malestar de ella y sus condiscípulas, por la separación de la maestra Conchita y la llegada de la profesora Amarillas, quien la sustituyó en el cargo de directora.
A ese respecto, Alicia escribió a su papá y esto fue lo que le dijo:
"Mi querido papá... Todas las muchachas de la Cruz Gálvez sintieron mucho la renuncia de la señorita Concha Núñez y ahora en su lugar está la señorita Amarillas, a quien casi nadie le hace caso... yo me porto muy bien en la escuela porque la señorita es muy beata y como las beatas son tan regañonas todas estamos quietas".
Calles también se carteaba con Eduardo García, amigo cercano, colega de profesión docente y de armas, carrancistas de hueso colorado los dos. Calles confiaba tanto en Eduardo que le escribía de México, para saber cómo estaba su familia y para ponerse al día de la "Cruz Gálvez". En una carta del 18 de diciembre de 1919, el coronel Eduardo García le dice a su estimado: "Sus encargos todos los cumplí fielmente. En su casa todos han estado muy bien".
Con respecto al plantel que tanto añoraban, le dijo que el Gobierno seguía afanoso en la obra de los edificios nuevos "y muy en breve le remitiré algunas fotografías para que pueda apreciar los adelantos de las construcciones". Para su mayor tranquilidad, el coronel García remarcó:
"Puede usted tener la seguridad de que Adolfo (apellidado De la Huerta y gobernador en turno) será un magnifico continuar de su obra, pues la ve con positivo cariño y todos sus entusiasmos tienden a ver terminada esa grandiosa iniciativa de usted".
Hermanados en esa importante causa, Plutarco y Adolfo, porteños los dos, compañeros de escuela y jefes revolucionarios, ambos gobernadores muy afines a la escuela "Cruz Gálvez".
Uno y otro profesaba un interés notable, compartían el mismo entusiasmo y hacían hasta lo imposible porque no faltara nada, de modo que cuidaban mucho el personal que la servía, tanto en los departamentos de enseñanza y de la dirección técnica, así como el de prefectura, administración, talleres y enfermería, sin dejar de lado el comedor, la panadería y el área de ropería, cuyos gastos de operación rondaban como en 4000 pesos mensuales.
Para eso, ni uno de los dos desmayaba en su lucha por hacerse de recursos y solventar todos los gastos escolares oportunamente.
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