El impacto ciudadano
Por: Gerardo Armenta
No está claro bien a bien todavía cuál podrá ser el impacto ciudadano de la presente campaña electoral en el ánimo público. Hay que reconocer, sin embargo, que este mecanismo todavía está incompleto en su hechura, porque falta el añadido representado por las candidaturas de carácter local. Hoy están en curso las de carácter federal, empezando, por supuesto, por las de carácter presidencial y legislativo. Cabría añadir que en algunos estados habrá elecciones por la gubernatura. En nueve, para ser exactos.
De una u otra manera, el incompleto esquema anteriormente descrito bien podría representar hasta ahora un menú político atractivo para el interés y la opinión de la ciudadanía. Y, en efecto, parecería que así es. Pero cabría preguntarse si realmente los procesos electorales en curso están realmente llamando la atención pública como tendría que ser, bien pensadas y aceptadas que sean las cosas al respecto.
Por lo demás, es evidente que, a la hora de la hora, sin hacer menos a ningún otro proceso electoral, el que tiene que ver con el discernimiento ciudadano de las alcaldías, es quizá el que más interés público despierta en los ámbitos respectivos. Debe ser por la misma cercanía que un mecanismo de ese nivel representa para la ciudadanía. O por lo menos así fue o significó hasta hace no mucho tiempo, cuando las contiendas por las alcaldías generaban una inusitada o explicable atención pública.
Sin duda esos fueron los tiempos en los que la política tenía algo de lo que carece hoy y que inducía a que la atención por las alcaldías (y hasta diputaciones locales) se generalizara públicamente. Hoy tal actitud se observa un tanto alicaída en lo que concierne al ámbito municipal. Quizá debe ser porque la política en lo general, siendo igual que la de antes en lo esencial, ha perdido mucho de sus singularidades más distintivas. Piénsese, por ejemplo, en los partidos políticos.
¿Quién hubiera pensado (hasta hace no mucho tiempo) que partidos como el PRI y el PAN, con el agregado del PRD, llegarían a hermanarse, casi sanguínea o celularmente, tras su identificación histórica como enemigos o adversarios irreconciliables? El PRD es harina histórica de otro costal. Quedémonos con la insólita y fraternal amistad que, por ejemplo, une hoy a priistas y panistas, un poco bajo el equívoco entendido de que no hay infierno, e ignorando que es allá donde se paga todo, dicen los que saben de estos menesteres.
Cabe suponer que nunca el más lúcido pensador político que se quiera imaginar pudo haber sido capaz de concebir la hechura de una alianza política y electoral (debe ser más esto último) entre partidos como el PRI y el PAN. Pero “haigan sido como haigan sido” las motivaciones o urgencias de esa alianza partidista, lo cierto es que hasta ahora no se le ve mucho futuro, como lo postulan distintas ópticas al respecto. Pero el caso es que lo hecho, hecho está.
Es propio no olvidar que en un mismo contexto político como el existente en un país como el nuestro, también marca presencia (y de qué manera) un partido como Morena, que es de hecho el adversario a vencer por la trilogía de siglas partidistas que la enfrenta desde la oposición. Está por verse todavía cómo unos y otro resolverán el enigma que tiene que ver con las candidaturas a las presidencias municipales. Quedó dicho, renglones arriba, que estos mecanismos ya no son como antes, por lo menos en lo que concierne al abultado y entusiasta interés público o ciudadano que solían generar en vísperas como las de hoy, en las que nadie parece saber nada de nada, por lo menos públicamente, a diferencia de antaño cuando las cosas al respecto eran más sueltas, no como ahora.
En un esquema como el anterior, tampoco es posible ignorar una realidad como la propia del abstencionismo. No en balde por todos lados se advierte una cierta o marcada preocupación por el eventual alejamiento ciudadano de las urnas, una mecánica individual que puede ser entendida a la luz de varias ópticas. Pero la pregunta fundamental al respecto es por qué los votantes se olvidan de serlo el día que más presente deberían tener presenta esa modalidad.
Hoy como ayer, entonces, el abstencionismo sigue siendo una realidad apabullante en una cultura política como la nuestra. La pregunta es qué razones inducen esa actitud. Y la respuesta es tan compleja o simple como se quiera imaginar...
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