Indolencia en un Problema

Ante una Protesta Indígena

Por: Gerardo Armenta

La minera Corner Bay sigue haciendo de las suyas en Álamos. No es posible llegar a otra conclusión al respecto. Pero lo que sí llama la atención es la indolencia (este puede ser un término más o menos amable) con que los mandos de esa empresa atienden las críticas y señalamientos que se enderezan en contra suya. Se habla en realidad de una situación conflictiva que en realidad empezó a gestarse en un año tan lejano como 2005, o sea, casi una eternidad, dicho sea, con un poco de racional exageración.

El problema se advierte todavía más cuando se toma nota en realidad de que lo que está en juego es una siempre peligrosa contaminación por cianuro y otros compuestos químicos peligrosos. Por lo visto estos son los materiales con los que se trabaja en la minera Corner Bay. Ejidatarios de El Sombrerito en Álamos siempre han puesto el dedo en este renglón. Aunque nunca han logrado que les hagan caso, por lo menos en la debida proporción del problema. Hoy vuelven a la carga con señalamientos de José Irene Wilson Antelo, representante ejidal de El Sombrerito.

Precisamente ejidatarios de ese lugar quieren denunciar la existencia de ese problema ante integrantes de la nueva legislatura del Congreso local sonorense y enfatizar la utilización de elementos químicos (como quedó dicho) en el trabajo de la minera. Vale creer que en ese sacrosanto lugar nunca los recibirán. Y, supongamos que se dignen hacerlo, únicamente los verían para “choricearlos”, que es una manera de afirmar que solamente los atenderían porque llegarían de un lejano lugar del sur sonorense…si bien va.

No puede negarse que el Congreso local de la entidad no se caracteriza precisamente por la brillantez o eficiencia de su quehacer. Allí por lo visto ha sido indistinto al paso de los años el color partidista de la mayoría legislativa que domine los asientos respectivos. A la hora de la hora de la hora suele ser lo mismo, lo que obviamente no deja de ser un grave perjuicio para la salud social, política y democrática de la entidad, lo que no es decir cualquier cosa.

Igual se puede decir, en un cambio de tema, que la caseta de peaje carretero ubica en Estación Don (al sur navojoense) fue cerrada durante un breve espacio el domingo anterior por indígenas pertenecientes a lo que se conoce en su estructura como Supremo Consejo Nacional Indígena. Lo hicieron ni más ni menos que para mostrar su inconformidad con el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral. Al parecer, estas instancias no habrían respetado el proceso de selección de candidaturas plurinominales que, dijeron, les corresponden.

Por lo visto, esas candidaturas no son cualquier cosa, porque amparan diputaciones locales y federales, además de senadurías. Aparte, el llamado Supremo Consejo Nacional Indígena, de igual manera, a nivel nacional este organismo está integrado por 68 etnias, algunas de las cuales tienen presencia en los valles del Yaqui y Mayo, lo mismo que en parte de Sinaloa. Todo este conglomerado indígena participaría en una serie de protestas si las demandas en juego no son atendidas por las autoridades que deben hacerlo.

Eso es precisamente lo que se verá. En tinglado político de un país como el nuestro suele ser amplio en su conformación. Pero es evidente que, en su hechura el juego de las candidaturas a puestos de elección popular, siempre figura en primerísimo lugar. Por alguna razón que tendría que ser documentada por analistas o teóricos políticos de muy alto nivel práctico y académico, en un país como el nuestro todo mundo quiere ser candidato y ocupar una posición electoral, empezando por la de regidor en un cabildo. Después, el chiste radica en seguir avanzando hasta donde lo permitan los sueños de grandeza o gloria política de cada quien.

Por eso, no se vale que un conglomerado indígena se haya quedado sin las candidaturas plurinominales a las que tendría derecho. No procede ni siquiera pensar qué pasaría si los perjudicados por esta situación decidieran arreglarla por métodos no convencionales. Los candidatos indígenas pueden ser iguales o mejores que los aspirantes convencionales que normalmente suelen presentar los partidos políticos.

En buena hora la toma de la caseta de peaje “La Jaula” no pasó a mayores. Realmente no tenía por qué suceder así. Pero siempre hay riesgos en esta clase de acciones y más cuando se presentan fuerzas del orden. Al final de todo, las motivaciones del problema se explican por sí solas. Se trata de una cuestión electoral que debió ser resuelta por las respectivas instancias en la materia. No lo hicieron y, para variar, tuvieron que surgir ciertas consecuencias. Es lo mismo de siempre…

armentabalderramagerardo@gmail.com


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