Gentrificación. El costo social del embellecimiento urbano

El término tiene su origen en la palabra inglesa gentry, que hace referencia a la pequeña nobleza o clase acomodada en Inglaterra

Por: Alejandro Duarte Aguilar

Gentrificación es un término que se escucha o se lee seguido últimamente, sea expuesto en reportajes, debatido por especialistas, o quizás incluso en el transcurso de una plática de café, entre otros casos. La gentrificación, en términos sencillos, ocurre cuando una zona históricamente habitada por población de bajos ingresos experimenta una afluencia de residentes con mayor poder adquisitivo provocando un aumento en los precios del suelo, los alquileres y los servicios, lo que, a su vez, fuerza el desplazamiento de los residentes originales. La inversión en infraestructura, la llegada de comercios exclusivos y la transformación estética de los barrios suelen presentarse como signos de "revitalización urbana", pero esta revitalización suele ser selectiva y excluyente.

El término tiene su origen en la palabra inglesa gentry, que hace referencia a la pequeña nobleza o clase acomodada en Inglaterra. Fue acuñado por la socióloga Ruth Glass en 1964 para describir el proceso de sustitución de habitantes en los barrios populares de Londres por clases medias y altas. Desde entonces, se ha ampliado su significado, destacando que este no es un proceso espontáneo, sino el resultado de dinámicas de mercado, inversiones estratégicas y políticas urbanas que priorizan la rentabilidad del suelo por encima del derecho a la ciudad.

Este proceso ha sido promovido con entusiasmo por gobiernos locales y desarrolladores inmobiliarios debido a su aparente éxito en la "reactivación" económica de zonas deterioradas. La llegada de residentes con mayores ingresos genera mayor recaudación de impuestos y dinamiza el consumo en el comercio local. Además, la gentrificación suele estar asociada con la reducción de índices de criminalidad y el mejoramiento del espacio público. Ciudades como Nueva York, Barcelona y Ciudad de México han sido testigos de cómo barrios antes populares o marginalizados se han convertido en centros de moda, atrayendo inversiones y turismo.

Las características visuales y ambientales de la gentrificación son fácilmente reconocibles: las fachadas de los edificios son restauradas, se implementan nuevos espacios públicos con mobiliario moderno, los grafitis desaparecen en favor de murales artísticos seleccionados, la iluminación urbana mejora, se incorporan ciclovías y los comercios tradicionales son reemplazados por cafeterías, galerías de arte, boutiques, entre otros giros exclusivos. Además, el paisaje sonoro y social cambia: el bullicio de mercados populares da paso a conversaciones en idiomas extranjeros y a un ambiente más regulado, donde las manifestaciones culturales locales se diluyen ante la homogenización estética asociada a los procesos globalizadores.

Sin embargo, estas transformaciones conllevan un alto costo social. El desplazamiento de comunidades enteras no sólo supone una pérdida de viviendas asequibles, sino también la desaparición de redes de apoyo social y cultural que se han tejido durante generaciones. Las ciudades pierden parte de su diversidad, pues las clases trabajadoras, los artistas y otros grupos tradicionalmente marginados se ven forzados a migrar a periferias menos conectadas y con menor acceso a servicios. Vista así, la gentrificación no es un proceso de "regeneración natural" de los barrios, sino un mecanismo de exclusión y acumulación de capital a costa de los más vulnerables.

Considerando lo antes expuesto, se manifiesta entonces el efecto más pernicioso de la gentrificación: la transformación radical de la idea de habitabilidad urbana. En muchos casos, la ciudad deja de ser un espacio de convivencia equitativa entre lo público y lo privado, para convertirse en un producto de consumo. Las viviendas no son solo hogares, sino activos financieros que se compran y venden según la especulación del mercado. Esto genera una precarización del derecho a la vivienda, en la que el acceso a un techo digno queda condicionado por la lógica del capital inmobiliario.

En última instancia, la gentrificación revela una contradicción fundamental en la planificación urbana contemporánea: el deseo de embellecer y modernizar las ciudades sin atender los derechos de quienes históricamente las han habitado. Como señaló el geógrafo y teórico social David Harvey, "el derecho a la ciudad no es simplemente un derecho de acceso individual a los recursos urbanos; es el derecho a cambiar la ciudad según nuestros deseos". En ese sentido, el reto no es solo reconocer los efectos negativos de la gentrificación, sino desarrollar políticas que permitan una transformación urbana inclusiva y equitativa.

Profesor-investigador titular del Departamento de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Sonora, campus Hermosillo. Egresado de la maestría de El Colegio de Sonora.

*Egresado de la IX promoción de la maestría en ciencias sociales, de la línea Estudios Regionales, 2001-2003 de El Colegio de Sonora.

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