Luego de experimentar cuatro trimestres consecutivos de recuperación....
Por: Moisés Gómez Reyna
Luego de experimentar cuatro trimestres consecutivos de recuperación, la economía mexicana tuvo un inesperado “frenón” durante el tercer trimestre (de julio a septiembre) de este año.
Si bien, la mayoría de los expertos esperaban que el crecimiento de la economía se fuera moderando conforme avanzara el año, en realidad pocos preveían un retroceso como el que sucedió en el dato del Producto Interno Bruto (PIB).
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer la semana pasada que durante el tercer trimestre la variación del crecimiento económico fue de -0.2% respecto al segundo trimestre.
Fue el primer retroceso que experimentó este indicador, luego del desplome que tuvo de abril a junio de 2020 por causa de la pandemia.
En particular, las actividades relacionadas al comercio y los servicios tuvieron una contracción de -0.6% y, por ende, fueron las que provocaron este retroceso en la recuperación del país.
Desde luego, con este resultado adverso en el PIB muchos se preguntarán: ¿a qué se debió este descalabro? ¿Es coyuntural o significa que se acabó la etapa de recuperación que vivía el país? ¿Volveremos a caer en recesión?
Antes que nada, son tres los factores que explican el resultado negativo:
1. La tercera ola de contagios que vivió el país, que, aunque no provocó nuevos confinamientos, sí tuvo un impacto en la actividad económica, en especial en los comercios y los servicios.
2. La escasez mundial de semiconductores y cuellos de botella en la cadena de suministros que
experimentan las industrias
ligadas a la exportación.
Recordemos que durante la pandemia se disparó la demanda de semiconductores a productos como televisiones, computadoras o teléfonos inteligentes, lo que provocó una escasez en otras actividades como la industria automotriz, que es clave para nuestra economía y exportaciones. Es por este motivo que varias plantas armadoras han entrado en paros técnicos varias veces este año como es el caso de Ford, General Motors, Volkswagen y Honda.
3. Las implicaciones que tuvo la regulación de la subcontratación o del llamado “outsourcing”, ya que obligó a miles de empresas en el país a absorber directamente en su nómina a los trabajadores que les brindaban servicios a través de otras compañías, lo que seguramente les significó el pago de mayores impuestos y prestaciones.
La mayoría de los expertos coinciden en que por ahora no existe el riesgo de que nuestro país caiga de nuevo en recesión, debido a que se prevé que el fin de año aumente el consumo interno, lo que podría impulsar de nuevo la economía.
Además, los pronósticos de
crecimiento para Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, siguen siendo favorables para 2022, por lo que el sector
exportador continuará en expansión o al menos hasta donde lo permita la escasez de semiconductores.
No obstante, sí existen factores de riesgo a los que habrá que prestar atención. Por ejemplo, es necesario considerar que la falta de
componentes electrónicos se podría extender hasta mediados del próximo año, por lo que los paros técnicos en plantas automotrices en México podrían continuar
algunos meses más.
Otro factor de riesgo en la
recuperación serían los precios de los energéticos. Como ya lo hemos explicado, nuestro país importa el 70% de las gasolinas y la mayor parte de su gas para la generación de energía eléctrica y uso en los hogares. Por lo tanto, de seguir encareciéndose los energéticos esto podría impactar a la inflación y erosionar los bolsillos de los consumidores.
En resumen, de momento no debe cundir el pánico, pero sí es
importante advertir que la
recuperación enfrenta ciertos
riesgos para los que necesitamos estar preparados como país,
debido a que una nueva recesión
simplemente no la soportarían
millones de trabajadores y
familias en nuestro país.
Twitter: @GomezReyna