¿Escuelas sin estudiantes?

Un problema en Navojoa

Por: Gerardo Armenta

Una perogrullada del tamaño del mundo podría ser la que postule que las escuelas se hacen para que las ocupen estudiantes (obviamente junto con sus maestros y maestras). En Navojoa, sin embargo, este elemental principio de la lógica o el sentido común no se cumple del todo. La razón es obvia: porque hay planteles escolares de nivel básico donde lo que falta es población educativa que reciba la pertinente instrucción académica.

Afirmar algo como lo anterior parecería un contrasentido. Pero no tanto. Porque en lo dicho: en la también llamada Perla del Mayo existen escuelas que carecen de población escolar y que han debido cerrar por esa ingrata circunstancia. La obviedad señala que la matrícula en esos planteles es nula. Por todo lo que significa, el dato que sigue puede ser hasta escalofriante, si se quiere: del año 2020 hasta el mes de agosto de 2024 se han cerrado 34 planteles en el municipio. Muchos, sin duda. De este total, sólo cinco lograron ser reabiertos. Pocos, sin duda.

De acuerdo con información periodística dada a conocer, el esquema que se comenta puede graficarse de la siguiente manera con el número de escuelas que literalmente, dicho sea, así, han cerrado sus puertas: 13 de nivel preescolar, 17 primarias y 4 secundarias. Cabe señalar que todo esto ha ocurrido a lo largo de los últimos cinco años. En realidad, no es mucho el tiempo en que se ha enmarcado el cierre de estos planteles educativos. Cualquiera pensaría que evidencias de esta naturaleza se acumulan al paso de muchos años. Normalmente suele ser así.  Sin embargo, en todas partes del país hay escuelas que han visto y siguen viendo el paso de generaciones estudiantiles (de muy diversos grados) por sus aulas.

La situación a que se alude registra también el caso de afamadas escuelas de Navojoa que debieron guardar pizarrones y gises (infaltables en la pedagogía del ayer) ante el obligado cierre de puertas por el que debieron atravesar, precisamente por la falta de alumnos. La paradoja es que hasta no hace mucho tiempo su matrícula solía tener gran aceptación. Por lo visto, algunas afamadas escuelas primarias navojoenses que se quedaron sin el clásico bullicio de sus estudiantes, son las que llevan (o llevaron) por nombre los siguientes: Ignacio Zaragoza, México, Loreto Encinas de Avilés y Miguel Hidalgo y Costilla. Se ocurre escribir una sola palabra: lamentable.

Vale insistir en que se trata de planteles escolares que en particular sumaron largos años al servicio de la educación. Y debe ser terrible que casi de pronto (aunque literalmente no debió ser así) se hayan quedado sin alumnos. Hasta donde se perciben los hechos, oficialmente no existe una razón oficial que los explique o fundamente, como si, por ejemplo, el cierre de escuelas por falta de alumnos tendría que ser visto como algo normal o natural. Puede ser posible, bajo determinadas circunstancias que los sucesos se produzcan de esta manera.

Empero, el problema es que no resulta posible (o no debería resultarlo) otorgarle quizá carta de naturalización a un estado de cosas como el que tiene que ver con el caso navojoense de escuelas que no tienen alumnos. Pero, como siempre, los hechos son los hechos y lo más propio resulta asumirlos en su configuración. No se trata de incurrir en ninguna clase de dramatización al respecto. Una poca de objetividad siempre suele ser recomendable para enfrentar los sucedidos más complicados o inexplicables que pueden darse así en una primera aproximación.

En relación con el tema que se comenta, una maestra dijo que la falta de matrícula escolar en Navojoa ha sido un problema que año con año ha venido atentando contra las escuelas, al grado de provocar su inminente cierre. Citó el caso de una escuela de la que únicamente lograron egresar seis alumnos, lo que, por supuesto, tuvo que ser entendido como un problema de baja matrícula. La maestra que se menciona tiene al respecto una explicación interesante en la que vale detenerse.

Dijo al respecto que los padres de familia ya no desean tener muchos hijos como ocurría antaño. Recordó que llegó a ser costumbre que, por ejemplo, cada familia estuviera integrada hasta por cinco vástagos. Y ahora el promedio familiar es de dos hijos. Todo esto, comentó, se ha notado en el cierre de algunas escuelas. Hay aquí grandes verdades: antes las familias, en efecto, solían ser numerosas. Es actitud ha cambiado muchísimo en los tiempos de la llamada modernidad. La familia pequeña vive mejor, postuló una campaña hace ya buen tiempo. Todo está bien. ¿Pero cómo es preciso asumir la clausura de escuelas por falta de matrícula, o lo que es lo mismo, por carencia de alumnado, como ha ocurrido en Navojoa? Hay preguntas cuyas respuestas no es fácil asumirlas de pronto.

armentabalderramagerardo@gmail.com


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