El Papa Francisco dejó un plano e indicaciones muy claras con respecto a su sepultura. Definió que su tumba debía estar en el suelo. Una tumba simple, sin ornamentación particular. Con una sola inscripción: Franciscus. Y algo igualmente llamativo o sorprendente: los gastos de preparación de esa sepultura serán cubiertos con una suma proporcionada por un benefactor, la cual dispuso fuera transferida a la Basílica Papal de Santa María la Mayor. De todo esto el Pontífice fallecido el lunes anterior marcó instrucciones muy precisas a un cardenal para que las llevara a cabo.
En virtud de estas circunstancias, el mundo tiene hoy un hondo pesar y una gran tristeza. El Papa Francisco murió a los 88 años de edad al sufrir un derrame cerebral. De allí le sobrevino un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible. Así lo informó el Vaticano. En el testamento propio marcó su voluntad de una tumba sencilla. Según datos oficiales, el Papa falleció a las 7:35 horas locales (Roma) del 21 de abril del año en curso en su apartamento, que fue la residencia vaticana Casa Santa Marta.
Lamentablemente, la salud del Papa Francisco padeció deterioros que sin duda fueron minando su fortaleza. Pero él siempre volvió a la carga. Hasta que ya no fue posible hacerlo. En este ambiente justificadamente pesaroso, el obispo de la Diócesis de Ciudad Obregón, Felipe Pozos Lorenzini, dijo que Jorge Mario Bergoglio (nombre del Papa) se caracterizó por su opción preferencial por los pobres, los olvidados y los descartados, recordando el rostro misericordioso de Jesús e invitándonos a ser una Iglesia en salida y cercana.
"Nos deja, señaló, un testimonio de una fe viva e inalcanzable, para fortificar valores de unidad y fraternidad, y preocuparnos por el cuidado de la creación y vivir con valentía la alegría del Evangelio". En El Vaticano, mientras tanto, y un poco como la política estilada en un país como el nuestro, ya empezaron las especulaciones sobre quién podría ser el sucesor del Papa Francisco. Que lo sea el más talentoso...lo que no siempre sucede en los casos propios de la política mexicana.
No hay duda de que las vacaciones recientes demostraron que en el sur de la entidad hay paseantes en respetable número para abarrotar el destino inmediato que se elija para descansar. Las palabras son fáciles de embonar. Los números son los que a veces resultan un tanto difíciles para hacerlos que cuadren. Pero esta vez, en la materia que nos ocupa, la de los números, fue la que sobró en el ambiente de pleno descanso por el que se acaba de transitar.
Tomemos nota: en Álamos, por ejemplo, se produjo una afluencia de 36 mil visitantes a lo largo de Semana Santa. En el Parque Infantil de Navojoa se tuvo un total de 22 mil 997 asistentes. Los bailes efectuados en el Río Mayo congregaron significativas multitudes. En Huatabampito la cifra respectiva de paseantes marcó alturas increíbles: más de 115 mil personas. Las cantidades anteriores no son invento feliz o gracioso de nadie. Son oficiales. Así hay que verlas y entenderlas. De este modo se explica un justificado y asombroso incremento en el número de paseantes regionales durante Semana Mayor.
Debe señalarse que esta vez se ha tardado en conocer los números que tienen que ver con la concurrencia que marcó presencia en el clásico y tradicional balneario de Las Bocas. Pero cabe suponer, sin asomo de duda, que igualmente allí la aglomeración de visitantes pudo ser cuantiosa, como lo es de suyo tradicionalmente cada año. Como se sabe, Las Bocas es un lugar eminente de playa con una larga tradición, al grado de que bien podría decirse que dispone de gran cantidad de visitantes (entre formales y temporales) que a menudo no requieren de tiempos específicos de asueto colectivo para disfrutar de la vida en conjunción de playa, mar y sol.
De igual manera valdrá ubicar en significación pública el relieve o la importancia adquirida por el Parque Acuático Infantil de Navojoa, el cual logró congregar a una impresionante cantidad de visitantes de jueves a domingo, si bien con francas posibilidades de acceso. Pero lo importante es que, sin duda, quedó de manifiesto una vez más que sus instalaciones son las adecuadas para que la niñez del municipio pase allí momentos de gran diversión. De allí la necesidad de utilizarlas.
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