La elección de regidor étnico efectuada en Etchojoa fue legal en cuanto, por supuesto, al resultado que arrojó...
Por: Gerardo Armenta
La elección de regidores sigue dando de qué hablar de una u otra forma en el ámbito político sureño. En una ocasión anterior se comentaron aquí las objeciones o inconformidades surgidas al respecto en lugares como Huatabampo y Etchojoa en lo concierne al caso de las regidurías étnicas, tan importantes de suyo como las demás que suelen integrar los respectivos cabildos regionales. Debe reconocerse que, de alguna manera, esta clase de querellas o divergencias no representan mayor novedad.
Con evidencias de sobra, la verdad es que casi invariablemente tales querellas suelen producirse en coyunturas políticas como las de hoy, las que por supuesto son y seguirán siendo las más propicias para que así ocurra. Es así porque se trata de su ámbito natural. Por lo demás, nadie ha dicho hasta hoy que la política deba ser ciertamente una actividad apacible o rebosante de tranquilidad o parabienes por acá y por allá. Bajo ciertas circunstancias, como bien se sabe, suele ser todo lo contrario.
El caso es que, en contra de lo que trascendió en días anteriores, la elección de regidor étnico efectuada en Etchojoa fue legal en cuanto, por supuesto, al resultado que arrojó. Así lo dijo, sin muchas medias tintas de por medio, Norberto Valenzuela Torres, dirigente regional de los jornaleros indígenas. Incluso, se permitió también suscribir un llamado al Gobierno Tradicional de los Ocho Pueblos Mayos para que admita los resultados que arrojó la elección de regidor étnico en el ámbito etchojoense.
Según Valenzuela Torres, hubo “una gran diferencia” de casi mil votos que favoreció a Germán Servando Vázquez Álvarez sobre un total de mil 300 sufragios emitidos. Por esta razón, consideró que no hay motivos para andar impugnando. Fue más enfático y recomendó: “Hay que dejarse de cosas”. A su modo de ver las cosas, “la gente salió a votar en forma democrática y con apego a la ley y las reglas que se acordaron previamente”.
¿Entonces…? Tal sería la pregunta de rigor. No puede ignorarse que se produjeron denuncias sobre la pulcritud de esa particular elección. Éstas básicamente fueron avaladas por Wilfredo Armenta Gastélum, quien es ni más ni menos que asesor del gobernador indígena Feliciano Jocobi Moroyoqui, y quien, sin muchos miramientos, acusó que hubo “acarreo de votantes”. Los que se mencionan son señalamientos serios. Por lo menos así habría que considerarlos en una primera intención. Pero Norberto Valenzuela Torres tomó Las cosas con calma y dijo que, al final, “no es para tanto lo que denuncian”. También explicó que no hay sustento que justifique las irregularidades de que se habla.
El problema, sin embargo, es que de buenas a primeras quizá no resulte fácil de entender que cómo pueden surgir dificultades para asumir los resultados de un proceso en el que solamente participaron mil 300 votantes. Bajo ninguna concepción aritmética podría asumirse que esta es una cantidad numérica exagerada o descomunal. Sorprende por eso que el mecanismo electoral a que se alude tenga sobre sí sospechas sobre su licitud o limpieza. Pero la verdad es que así suelen ser estas cosas. La democracia bien podría asumirse como el gran invento de la política. Aunque el problema es que casi nunca (en todos lados) sus mecanismos suelen dejar contentos a quienes los hacen reales. ¿Cosas de la misma democracia? Pues sí.
Puede repasarse otro caso más o menos al respecto. Es el que protagonizan Berenice Jiménez Hernández y Lourdes Félix Peñúñuri, ex candidatas a las alcaldías de Navojoa y Cajeme, respectivamente. Ellas compitieron por el Partido Sonorense. No se vieron favorecidas con la victoria electoral. Pero en buena hora decidieron asumir la regiduría que les tocaría en los próximos cabildos de sus respectivos municipios. Los votos ciudadanos que obtuvieron respaldan esta intención suya que es propio saludar como es debido.
El problema es que se pueden quedar lejos de esa regiduría a la que tienen derecho. Ellas pusieron de manifiesto que Alí Camacho, presidente del PS, impuso como regidores en lugar de ellas, que tienen un respaldo electoral ciudadano, a quienes no les correspondía la designación respectiva. Señalaron que en esta decisión partidista no se respetó el voto ciudadano, en lo cual sin duda tienen razón.
Pero tanto Berenice Jiménez Hernández como Lourdes Félix Peñúñuri no se quedaron con los brazos cruzados ante la maniobra partidista enderezada en contra suya. Se dirigieron al Instituto Estatal Electoral para hacer de su conocimiento lo que ocurrió en el PS y demandar lo conducente. Y están en espera de que se produzca el fallo respectivo por parte del IEE. No parecería que en ese ámbito pudieran embarullarse con el fallo respectivo. Por lo menos eso es lo que cabe pensar. Podría darse por cierto que no necesita mayor meditación resolver el caso en favor de quienes lo suscribieron. Pero eso es precisamente lo que hay que ver.
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