La querella de Ebrard
Por: Gerardo Armenta
La modestia puede ser o no una de las virtudes personales de Dante Delgado, dirigente del partido Movimiento Ciudadano. La siguiente expresión suya lo dibuja con apreciable claridad: “…sería buen presidente, pero no estoy buscando serlo”. Aprovechó la recta para anunciar que no aspira a reelegirse como senador.
Delgado también explicó por qué no buscará esa reelección legislativa. Dijo que esta decisión se debe a que no puede haber dos aspiraciones simultáneas. Y fue entonces cuando formuló la gran certeza en cuanto a que se considera la última instancia de su partido Movimiento Ciudadano para ser candidato presidencial el año venidero.
Comentó entonces que no puede haber dos aspiraciones simultáneas. He aquí, como queda de manifiesto, un personaje que no se anda por las ramas para definir los pasos políticos que podría dar. Aunque suena un tanto extraño que Dante tenga aspiraciones presidenciales, siendo como es el dirigente nacional de un partido político, lo cual, sin embargo, no obsta para que conste, dicho sea sin claridad.
De todas maneras, habría que considerar que MC tiene consigo políticos mucho más rentables electoralmente que Delgado. El gobernador de Jalisco podría significar una alternativa de primer orden en términos electorales. Sin embargo, parecería que Enrique Alfaro no está muy interesado en un menester como el que se describe, habida cuenta de sus diferencias con Dante. Pero a MC todavía le quedaría alguien más a quien podría recurrir.
Es obvio que se trata del gobernador de Nuevo León. Todo permite suponer que Samuel García estaría encantado con la posibilidad de figurar como candidato presidencial de ese partido. Podría decirse que casi de un día para otro asumió de una u otra manera que le gustaría la candidatura a que se alude.
El problema es que el optimismo suyo al respecto no parece estar muy extendido en los frentes políticos o ciudadanos. Y quizá crezca menos con el anuncio de Dante Delgado en el sentido de que representa en MC la última instancia de Movimiento Ciudadano.
En esta altura del comentario, quizá tenga cabida la necesidad de formular una pregunta muy sencilla o esquemática: ¿Y Marcelo Ebrard? La respuesta puede ser en el sentido de que él también podría figurar como aspirante presidencial de MC. Pero él aclaró que esta eventualidad dependerá de la respuesta que le otorgue la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena.
El problema es que no parecería que esa comisión partidista vaya a reivindicar la querella planteada por el ex canciller en el marco de la consulta morenista llevada a cabo como primer paso para definir su candidatura presidencial. Como se sabe, Ebrard se quejó de ese procedimiento.
Empero, propios y extraños asumen con certeza que difícilmente (por no hablar de una misión imposible) Ebrard podrá ser destinatario de un fallo favorable en la contienda de “corcholatas” en la que participó a nivel interno. Mientras llega ese momento, dijo. Bajita la mano o como no queriendo la cosa, que Morena tiene la disyuntiva de irse por el camino del cinismo o ser congruente con sus estatutos y principios.
Básicamente lo que pide Ebrard es que Morena reponga el procedimiento llevado a cabo para definir la coordinación de los llamados comités de defensa de la Cuarta Transformación. En teoría simple el asunto podría asumirse como de fácil solución. En los hechos, sin embargo, se advierte como prácticamente imposible que se produzca al respecto alguna forma de marcha atrás. Algo como eso difícilmente podrá tener concreción.
Es obvio que en su fuero interno Ebrard debe estar consciente de lo anterior. ¿Por qué, entonces, decidió llevar las cosas al extremo con que las planteó? Es difícil saberlo. Aunque sí es propio asumir que resulta complicado asumir que Ebrard sea creyente en milagros, aunque, a la hora de la hora, todo cabe dentro de lo posible. La verdad es que la querella partidista que planteó, se antoja muy desfavorable a sus pretensiones.
Sin embargo, él se mantiene firme en su tronante objeción. No ha querido escuchar las buenas palabras que le han dirigido desde Morena, incluidas las propias del presidente Andrés Manuel López Obrador. En este marco, quizá tenga cabida la presunción de que primero agotará el conflicto con Morena y luego transitará hacia Movimiento Ciudadano.
Un planteamiento como el anterior se explica por sí solo. La decisión respectiva dependerá, como se infiere, de la respuesta que reciba por parte de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena. Es obvio que en esta instancia partidista Ebrard no tiene ninguna posibilidad de nada. Le queda, entonces, el expediente de un milagro. Pero éstos no ocurren nada más porque sí. Por lo menos hasta ayer así procedía suponerlo…
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