"Contritio vel Attrictio"

Santo Tomás distingue dos clases de contrición según la relación que guardan con la gracia santificante

"Contritio vel Attrictio"

"Contrición o Atrición", será el tema en el presente artículo, dirigido principalmente para católicos e invitados no católicos, quiero presentarte una enseñanza muy cuaresmal, que se trata de los motivos de la conversión.

En la historia de la teología, la contrición se dividía en perfecta ("Contritio caritate perfecta") o, simplemente, contrición en sentido estricto, e imperfecta ("Contritio late dicta"), también llamada atrición.

Santo Tomás distingue dos clases de contrición según la relación que guardan con la gracia santificante. La contrición es el arrepentimiento del justo y la atrición es el arrepentimiento del que todavía no está justificado (Cf De Veritate 28, 8, ad 3).

(Contritio) CONTRICIÓN PERFECTA

La contrición perfecta es un arrepentimiento motivado por el amor a Dios, mientras que la contrición imperfecta es un arrepentimiento motivado por el miedo al infierno o a la decencia.

Contrición perfecta

  • También se le conoce como contrición de caridad.
  • Surge del amor a Dios sobre todas las cosas.
  • Perdona los pecados veniales y mortales.
  • Se requiere una intención de confesar los pecados en la próxima confesión.

El motivo de la contrición perfecta es el amor a Dios, es decir, amar a Dios sobre todas las cosas por ser Él quien es. Siempre, en la teología espiritual se dice que para llegar a la caridad perfecta ayuda mucho la gratitud, pues el amor de gratitud no mira tanto el beneficio como el amor del que procede el beneficio. La gratitud a Dios por la muerte redentora de Cristo expresa el amor de Dios y es como el centro de todas las explicaciones que nuestro Padre hace sobre el amor perfecto a Dios.

El amor de concupiscencia es aquel con el que se ama a Dios por el propio provecho. Es primariamente amor a sí mismo y secundariamente –y, por tanto, de forma imperfecta, amor a Dios. Este amor no constituye un motivo suficiente para la contrición perfecta. Sin embargo, la caridad perfecta no exige la renuncia a la propia felicidad en Dios, sino sólo la subordinación del interés propio al interés de Dios.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña:

1451 Entre los actos del penitente, la contrición aparece en primer lugar. Es "un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar" (Concilio de Trento: DS 1676).

1452 Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama "contrición perfecta"(contrición de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental (cf. Concilio de Trento: DS 1677).

REFLEXIÓN SOBRE CONTRICIÓN PERFECTA

Es lo ideal experimentar el dolor que nuestro pecado, transgredir su ley ofende a Dios, no en cuanto que le generemos un daño a Dios todo poderoso, ni se indigna por nuestros desprecios, puesto que ni siquiera necesita de nuestra alabanza, ni nuestro servicio al prójimo; tenemos que ir más allá de pensar que somos el centro de todo y de todos.

Quiero ser claro, nuestro pecado no hace que disminuya su poder, su gloria, su amor, ni su soberanía eterna, el pecado lástima profundamente a Dios en cuanto que él nos ama, "con amor eterno" (Jeremías 31,3), y el amante (Dios) sufre cuando el amado (pecador) se extravía en caminos que le esclavizan, daña su dignidad y/o el de terceros.

Tanto nos ama que nos ha dado la libertad para buscarle, conocerle, amarle y como consecuencia servirle. Él no quiere obligarnos a amar, "él nos amó primero" (1 Juan 4, 19), Dios no quiere manipular a nadie, no pretende poseer como el demonio intenta; quiere que respondamos a su amor con amor, quiere demostrarnos cuanto nos ama todos los días, todo lo ha hecho por amor y porque nos ama, nos lo evidencia cuando hablamos de la obra redentora de Jesús, por eso el arrepentido que consciente de haber ofendido al Dios que lo ama, se abaja suplicando su misericordia, porque no merecía ese trato nuestro.

Tenemos que orar humildemente para suplicarle que nos ayude a entender la dimensión de su amor, que cuando pecamos, es decir, cuando nos ofendemos u ofendemos al prójimo, lo que hacemos es como si se lo hiciéramos al mismo Jesús (Mateo 25,40).

Isaías 15,15

"Pues así habla el Altísimo, que vive en su morada eterna, y cuyo nombre es santo: Yo vivo en lo alto y me quedo en mi santidad, pero también estoy con el hombre arrepentido y humillado, para reanimar el espíritu de los humildes y a los de corazón quebrantado."

(Attrictio) ATRICIÓN O CONTRICIÓN IMPERFECTA

Contrición imperfecta:

  • También se le conoce como atrición.
  • Surge del temor a la condenación eterna o de la fealdad del pecado.
  • Puede ser el comienzo de una evolución interior que culmina en la absolución sacramental.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña:

1453 La contrición llamada "imperfecta" (o "atrición") es también un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo. Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la conciencia puede ser el comienzo de una evolución interior que culmina, bajo la acción de la gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo, por sí misma, la contrición imperfecta no alcanza el perdón de los pecados graves, pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia (cf. Concilio de Trento: DS 1678, 1705).

La atrición o contrición imperfecta es verdadera contrición, aunque procede de motivos sobrenaturales que podemos denominar inferiores a los que motivan la contrición perfecta. La atrición detesta el pecado (al que considera como ofensa a Dios y no como falta) como un mal para nosotros, porque el pecado "mancha" el alma con la culpa y atrae los castigos divinos.

  • En ambos casos, el cristiano experimenta dolor por los pecados cometidos.
  • La contrición perfecta es un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo.
  • La contrición perfecta es urgente cuando:
  • Hay peligro de muerte.
  • No hay un sacerdote disponible para administrar el sacramento.
  • Se tiene que realizar un acto para el que es necesario un estado de gracia.

REFLEXIÓN SOBRE CONTRICIÓN IMPERFECTA O ATRICIÓN

Hubo un tiempo en la iglesia que este era el estilo de la evangelización, en medio de tanta maldad y pecado, se pensaba que bajo la amenaza de la condenación eterna, el miedo como motivación a dejar el mal, dejar de pecar, se promovía este tipo de "conversión", que aunque es válida y promovida por muchas sectas protestantes, siguen anunciando la filiación a sus grupos o si no se condenarán en el infierno, incluso atreviéndose a señalar negativamente la pertenencia a la iglesia única fundada en Jesucristo en los apóstoles bajo el mando de Pedro, primer Papa de la Iglesia.

Hay quien dice que es necesario este método de evangelización, pero tengamos claros que bajo cualquier motivación acercarse a Dios es bueno, pero en la atrición es contrición imperfecta.

La paciencia de Dios, en espera que nos acerquemos a él, incluso en el temor, lo sana con su amor, Pedro primer Papa de la Iglesia: "El Señor no se demora en cumplir su promesa, como algunos dicen, sino que es generoso con ustedes, y no quiere que se pierdan algunos, sino que todos lleguen a la conversión." (2 Pedro 3,9).

Ciertamente en estos tiempos de tanta violencia, crimen organizado que bajo engaños de la no existencia de la vida después de la muerte, han hecho un altar al dinero, al placer, a la fama y al poder; evadiendo la consecuencia de nuestros actos por toda la eternidad, pareciera que el grito del profeta Jonás en Nínive ojalá fuera suficiente para dejar el mal. Es una pena que no hay miedo ni a la muerte, ni a la condenación eterna y a la maldad de algunos.

En el sano equilibrio hay que saber que, si hay condenación, sí hay infierno, pero no es por temor que hay que convertirnos, sino por amor, por experiencia personal del encuentro con el amor de los amores: Jesús.

A propósito de la contrición perfecta, termino con el soneto que se desconoce con certeza el autor, yo soy de los que creo que la compuso Santa Teresa de Ávila:

"No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno, tan temido

para dejar por ello de ofenderte."

"Tú me mueves, Señor, muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido,

muéveme el ver tu cuerpo tan herido,

muéveme tus afrentas y tu muerte."

"Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera,

que, aunque no hubiera cielo yo te amara

y aunque no hubiera infierno, te temiera."

"No tienes que me dar porque te quiera

pues, aunque lo que espero no esperará,

lo mismo que te quiero te quisiera."

Saúl Portillo Aranguré

saulportillo@hotmail.com