Cercanía del 2 de junio, apersonarse en las urnas

Quienes participan como candidatos y candidatas en este proceso electoral, sólo están ya a la espera de que empiecen a fluir masivamente los votos

Por: Gerardo Armenta

Cabría suponer que, en estos particulares momentos, en las inmediaciones (casi a la vuelta de la esquina) del 2 de junio, todo mundo, propios y extraños, se encuentra ansioso por apersonarse en las urnas. También vale pensar que le anima a todo ese mundo, en el mismo supuesto, la fervorosa intención de votar por sus candidatos favoritos.

 Planteada así la situación, parecería un poco como si se tratara de una película color de rosa donde no asoma ninguna forma de sobresalto o inquietud. Pero en la vida real, por lo visto, quizá los hechos que tienen que ver con el compromiso electoral del próximo domingo, no configuren un escenario como el anterior.

Quienes participan como candidatos y candidatas en este proceso electoral, sólo están ya a la espera de que empiecen a fluir masivamente los votos en las primeras horas del próximo domingo. Tal es siempre lo deseable en ejercicios cívicos y políticos, como sin duda son los que tienen que ver con la emisión del voto ciudadano.

Después del miércoles se advertirá todavía más la inminencia o colindancia inmediata con el día señalado para acudir a votar. Bien saben propios y hasta extraños que este miércoles será el último día para que candidatos y candidatas hagan campaña. Esto significa, en otras palabras, que el gran final llegó ya esencialmente para llevarse a cabo.

En la contraparte, el jueves inicia lo que curiosa o singularmente se ha dado en llamar “veda electoral” o “periodo de reflexión del voto”. Veda y reflexión son dos términos quizá no muy hermanados en su riguroso significado. Pero lo bueno es que los ciudadanos entendemos lo que significan en un tiempo como el de hoy en que rigen.

Aunque, para ser francos, quizá no estaría mal del todo que algunos aspirantes a cargos de elección popular se dieran una vueltecita por una iglesia para reflexionar larga y profundamente sobre lo que quieren hacer en la política. Es una idea, nada más. Incluso, hasta podrían salir bendecidos para llevar con éxito sus tareas en beneficio del pueblo si resultan agraciados con el voto popular.  En lo dicho, es una idea nada más.

Como prácticamente ya quedó de manifiesto a lo largo de estos meses, uno de los grandes escollos que deberán superar la jornada electoral del domingo es el que tiene que ver con el ya obvio y consabido abstencionismo. De una u otra forma, la democracia electoral terminó por consolidarse, gracias a la hechura de comicios por lo menos no tan accidentados y mucho más confiables que los propios de un pasado todavía cercano.

En todo esto tendría que haber un explicable orgullo. Y seguramente lo hay con entendible justificación. Pero el problema es que tal esquema de participación electoral o democrática, desluce por el registro (a veces cuantioso) del abstencionismo nato. No en balde se piensa (o se teme) que en esta coyuntura electoral tan a la vista en su inminencia práctica, el desinterés ciudadano por acudir a las urnas pueda ser cuantioso.

Sin embargo, lo paradójico es que en los hechos se ha visto un razonable interés ciudadano por seguir el curso de las campañas electorales. Los clásicos mítines y eventos similares han sido un tanto como siempre, algunos, lo que sea de cada quien, con el rango de grandes concentraciones ciudadanas. Pero aun así no deja de rondar la presunción (o realidad) abstencionista.

El problema, entonces, no deja de ser serio en una perspectiva más o general. En Sonora, por ejemplo, las cosas al respecto han trascendido al conocimiento público. Por alguna razón, que puede explicarse a la luz de muy diversas circunstancias, en esta entidad el abstencionismo es una actitud ciudadana más o menos recurrente, por lo que es preciso se asuma en los hechos, evitándolo radicalmente.

No sin pesadumbre cívica o política, quienes entienden de estos menesteres, han lamentado (y no dejan de hacerlo) el perfil abstencionista de la juventud sonorense. Al parecer, no ha sido posible encontrar una especie de antídoto (por decirlo así) contra el desgano o la indiferencia   electoral de la juventud propia de esta entidad. Esta vez tampoco se espera mucho de su participación.

A grandes rasgos, como queda en evidencia simple e incompleta, renglones como los anteriores forman un prólogo muy general con respecto a la última etapa del proceso de campaña electoral que se llevó a cabo. Queda a la vista, como el gran final de esta significativa trama, el inmediato día de elecciones, es decir, el próximo domingo. No deja de llamar la atención la particular rapidez con que se llevó a cabo este mecanismo. Convendrá esperar que el siguiente paso camine también con la misma celeridad y que no haya en su trámite ninguna complicación mayor. Que sea así…

armentabalderramagerardo@gmail.com

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