La carretera Navojoa-Álamos suele convertirse en un gran problema para sus usuarios durante la veraniega temporada de lluvias...
Por: Gerardo Armenta
Es obvio que, sin dejar de reconocer el gran servicio o utilidad que habitualmente representa, la carretera Navojoa-Álamos suele convertirse en un gran problema para sus usuarios durante la veraniega temporada de lluvias. Es decir, precisamente en una época como la de hoy. Esta coyuntura ambiental produce una inexplicable y peligrosa cantidad de baches que ciertamente ponen en riesgo la circulación vehicular a todas horas, ya no se diga en la noche.
Por causa de esta situación imperante en esa carretera, vale señalar que la semana anterior se produjeron por lo menos ocho casos de vehículos con perjuicios mecánicos originados por las malas condiciones de tránsito existentes en la carretera que conecta Navojoa y Álamos. Insístase en que hoy no es la primera vez que sale a relucir un estado de cosas como el descrito. El asunto es mucho más frecuente de lo que acaso pudiera pensarse.
La verdad es que parecería exagerado plantearlo, pero lo cierto es que muy a menudo la carretera en mención suele estar en olvido de quien o quienes sean responsables de velar por su cuidado y mantenimiento. Dentro de eso mismo que se antojaría una exageración conceptual o de evidencia, suele ser común que esa importante vía de comunicación reciba a las voladas una especie de “mano de gato” cada inicio de año en la víspera del Festival Ortiz Tirado que tradicionalmente se lleva a cabo en la colonial población.
Para entonces, suele ser común, como resulta obvio asumirlo, que la carretera esté prácticamente de “mírame y no me toques”, una expresión coloquial que significa algo así como encontrarse para el arrastre o más allá de esta condición. Las autoridades respectivas (sean del rango burocrático que sean) necesitarían asumir con mayor constancia y eficiencia el mantenimiento de la carretera en mención, y no nada más aplicarlo en determinadas fechas por más importantes que éstas sean. Transitar vehicularmente por carretera siempre es algo que debe hacerse con cuidado, pero resulta obvio asumir que los peligros surgen por sí solos cuando se va por un camino dizque pavimentado donde los baches están a pasto.
En consecuencia, la situación a que se alude en el caso de la carretera Navojoa-Álamos es grave o perturbadora para los automovilistas, camiones de pasajeros y tránsito en general que se ejerce en esa ruta. Los baches suelen ser un problema serio en el ámbito de calles citadinas. Sin duda. Pero piénsese en los riesgos que entrañan en una carretera. La que une Navojoa con Álamos tiene tramos rectos y sinuosidades o curvas peliculescas. Debe ser difícil enfrentar unos y otras con baches de por medio y velocidades automovilísticas razonables.
No es ocioso plantear consideraciones como las anteriores. Pero ha trascendido que los baches de esta historia tienen grandes dimensiones, las que han provocado ponchaduras de llantas e incluso daños graves a la llamada suspensión de los autos. Como queda de manifiesto, no se está hablando de baches simples o menores, sino todo lo contrario. Incluso, como quedó dicho ya, su puesta en el camino ha provocado diversos percances vehiculares. Periodísticamente se ha conocido un relato al respecto que impresiona por su perturbadora gravedad.
Dice así: “Veníamos manejando y de pronto caímos en un bache. El carro se nos quedó tirado en el trayecto Navojoa rumbo a Álamos. La llanta se dañó completamente y no hay a quién responsabilizar”. Por lo visto no es el único caso al respecto que podría ser documentado. Al parecer se ha denunciado el deterioro de la carretera por la multiplicación de los baches. Pero como si nada. Y el problema se acentúa todavía más porque todavía falta mucho para la realización del Festival Ortiz Tirado. Es entonces, al muy mexicano cuarto para las doce, cuando las autoridades ponen manos a la obra con el remozamiento de la carretera Navojoa-Álamos. Pero eso ocurre porque tienen encima la inauguración de ese importantísimo evento cultural y artístico.
De no ser así, seguramente la cuestión no generaría mayores preocupaciones oficiales. Total, qué tanto es tantito. Nada. Sin embargo, lo cierto es que algo tendrá que hacerse para salir al paso del riesgo de baches a que se alude. Se tiene que asumir una decisión al respecto no sólo por los fines turísticos en juego, sino también por simples o pertinentes fines de seguridad ciudadana. El problema es que la temporada de lluvias ya tomó forma y lo que todo eso implica a favor de la proliferación de baches. Es en circunstancias como las descritas cuando se agradece la competencia o la aptitud de las autoridades para evitar o resolver problemas serios. Aquí no se trata de discursos o “rollos”.
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