Respetar la Bandera
Por: Gerardo Armenta
A uno, por ejemplo, siempre le ha llamado la atención por qué en eventos que por supuesto no vienen al caso se entona el Himno Nacional mexicano. Este absurdo o contrasentido (que bien pudiera rayar en la insolencia) suele ser común en funciones de box celebradas en Estados Unidos con participación de pugilistas mexicanos.
Pero eso no debería ocurrir, aunque participara quien se guste y mande porque es obvio que una pelea de box no tiene nada que ver rigurosamente con alguna expresión de sentimiento patrio verdadero. El pugilismo es otra cosa y está muy bien como está.
El problema es con el sentido patriotero que burdamente se quiere asignar a ciertos eventos que incluyen en su programa la entonación del Himno Nacional como si se tratara de una tonada más de las que andan de moda en el espectro musical. Una actitud como la que se describe tiene que asumirse como impropia o fuera de contexto.
Ocurre así regularmente, pero sólo hasta que alguien la riega al marcar una interpretación defectuosa (o tonta) del Himno Nacional, cuando en realidad siempre ha debido existir un freno o impedimento que salga al paso de estas conductas. Aquí siempre son dos actitudes las que invariablemente llaman la atención general: cantar el Himno Nacional en ámbitos impropios y luego hacer el ridículo con la respectiva interpretación. Lo usual es que se olvide alguna parte de la letra y se asuma una interpretación ofensiva o denigrante.
Acaso, sin embargo, toda esa clase de actitudes (por llamarlas de alguna manera) pueden estar a punto de evitarse de una buena vez por todas. Y es que Morena presentó en la Cámara de Diputados una iniciativa por la cual se plantea aplicar cuatro años de prisión a quienes no canten bien el Himno Nacional o distorsionen los colores y forma de la Bandera Nacional. El asunto va en serio.
En efecto, mediante reformas a la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales y al Código Penal Federal, se plantea aumentar de 36 a 72 las horas de arresto respectivas para los infractores. Otra sanción suma hasta cuatro años de prisión para eventuales infractores de estas disposiciones. En términos económicos, una multa podría ser superior a los 2 millones de pesos.
El texto de la misma iniciativa advierte que hay artistas “consagrados” (las comillas vienen en la información respectiva y se antojan pertinentes en el marco de la ironía) que en eventos masivos no se saben las estrofas del Himno Nacional o lo entonan mal. Y cita los casos de Pablo Montero, Jorge “Coque” Muñiz, Ana Bárbara y María León. La iniciativa menciona también el caso reciente de Ángela Aguilar, nieta, nada más y nada menos, que de Tony Aguilar y Flor Silvestre. (Este es un añadido propio, no de la iniciativa).
Es pertinente reconocer que la propuesta de que se habla fue planteada por la diputada federal Ana Elizabeth Ayala, quien señaló que también la Bandera Nacional ha sido modificada con mensajes o nombres de personajes. Citó el caso de alguien a quien se apoda “Caramelo”, de quien describió que en eventos deportivos porta un jorongo que tiene el estandarte nacional, aunque le pone su nombre y logo de una marca deportiva.
Tiene que reconocerse el saludable afán cívicamente respetuoso que anima la iniciativa de ley que presentó la diputada Ayala, y que cabe suponer tendrá un buen destino en la Cámara de Diputados, Por lo menos esto es lo que habría que esperar. En realidad, no se ve por dónde y bajo qué criterios se pudieran formular objeciones a esa iniciativa.
Sería el colmo que ocurriera algo así. No debe perderse de vista que el nuestro es precisamente en más de un sentido un país de colmos, en el que a menudo no hay nada escrito en materia de absurdos. Pero queda en claro en más de un sentido que la materia de la iniciativa de ley a que se alude es propia y específica, además de que aborda un tema que ciertamente ya es hora de que tenga consigo el pleno respaldo de la ley.
Los símbolos patrios (se nos dice desde la primaria) son precisamente eso y mal se ha hecho en permitir que se les falte al respeto en ciertos eventos o circunstancias y con protagonistas que simplemente no vienen al caso. Ya era hora, como se está planteando, de hacer algo más severo al respecto para evitar esa clase de actitudes.
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