Militantes y dirigentes
Por: Gerardo Armenta
¿Ahora es cuando? Ni más ni menos. Esta parece ser la oportunidad anhelada. Pero siempre y cuando usted haya tenido como eterna ilusión de vida lanzarse como candidato a un cargo de elección popular por humilde o grandiosa que sea la responsabilidad electoral que le ha quitado el sueño.
El problema es que seguramente no resultará fácil acceder a la realización de ese particular sueño. ¿Y sabe usted por qué? Por la simple y sencilla razón de que seguramente como nunca antes abundan hoy quienes se están “quemando” por hacerse de una candidatura para un cargo de elección popular.
En este sentido es posible hablar desde gubernaturas hasta regidurías, pasando obviamente por cargos legislativos como diputados y senadores. No se incluye en esta relación el caso de la Presidencia de la República, cuyo elenco definitivo de aspirantes parecería quedó ya configurado. Y el número en este apartado no es ni será muy abultado.
Más allá de este ámbito, entonces, un dato sería más que suficiente para calibrar de un solo vistazo el ambiente o el interés que ha despertado entre sus “actores” (así se dice ahora) la coyuntura política y electoral que ha empezado a configurarse en todo el país. El dato es el siguiente: en un partido como Morena y sus allegados PT y PVEM tenían anotados recientemente a 14 mil 510 aspirantes a una postulación local o federal.
Una información tan vistosa como la anterior fue proporcionada por Mario Delgado, presidente nacional de Morena. O sea que Delgado sabe de lo que habla. Sin embargo, para una mejor comprensión del asunto, también habría que tomar en cuenta que en realidad serán muchos los cargos que estarán en juego durante los próximos comicios.
Aun así, el dato por sí solo, y al margen de otras consideraciones objetivas que es preciso tomar en cuenta, no deja de llamar la atención. Debe repararse en el hecho de que sólo se está hablando de quienes tienen interés en lograr una candidatura por la Coalición Sigamos Haciendo Historia. Faltarían por documentar los propios y propias de Movimiento Ciudadano y el Frente Amplio por México.
Aparte, en un esquema como el anterior es o debe ser pertinente no olvidarse de quienes, por ejemplo, buscan reelegirse en el Poder Legislativo, o sea, algo así como 88 senadores y 467 diputados federales. En otras palabras, prácticamente todo mundo quiere reelegirse en esos dos sacrosantos espacios legislativos. Como si hubieran hecho muy buen trabajo hasta ahora en la custodia y defensa de los sacrosantos intereses del pueblo, dicho sea lo anterior con toda la chocante demagogia que sea dable imaginar.
Una de las partes más chocantes de todo este esquema, es que, como siempre, los líderes partidistas (las “cúpulas”, como se le identifica) se van a quedar con los primeros lugares en el reparto de candidaturas federales. Y no sólo ellos. Porque también este “beneficio” alcanza también a quienes son sus lugartenientes o elementos de lo que se conoce como su primer círculo.
Pero en calidad de mientras, se da por hecho que personajes como los líderes de los partidos políticos lograrán un escaño en el Senado por la vía plurinominal, es decir, prácticamente sin hacer campaña. Entre esos suertudos figuran personajes de la talla de Alejandro Moreno. Jesús Zambrano y Marko Cortés, dirigentes de partidos como el PRI, PRD y PAN. También están en esta lista de privilegiados Alberto Anaya y Karen Castrejón, del PT y PVEM, respetivamente.
Un añadido a lo anterior: el dirigente nacional del PRI no descarta la posibilidad de reelegirse como diputado federal si no se le hace lo del Senado. El problema aquí es que un partido como el tricolor necesita hoy más que nunca un dirigente que se ponga a trabajar y que se olvide de figurar en una u otra cámara. El PRI nunca había necesitado bules para nadar. Y hoy en la severidad de su crisis ha debido formar parte de un llamado Frente Amplio por México.
El caso es que esto no parece cambiar. Hoy como ayer, los dirigentes de los partidos políticos principales son los primeros en tratar de allegarse candidaturas que tendrían que ser para sus más esforzados y talentosos militantes. Por lo menos así es en la teoría. En la práctica, sin embargo, otro cantar es el que se escucha.
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