¿Buenas Nuevas en el PRI?

Tal es la singularidad de la política estilada en México durante muchísimos años y que hoy parecería que intenta volver por sus fueros...

Por: Gerardo Armenta

Hay muy buenas nuevas para los priistas que seguramente los pondrán de plácemes. No se puede pensar otra cosa al tomar nota del evento dominical en el que Alejandro Moreno Cárdenas rindió protesta para seguir en un nuevo periodo de cuatro años como dirigente del nacional del PRI. Esto equivale prácticamente a hablar de una reelección en un partido que históricamente ha condenado (o había condenado) tan deplorable actitud política.

En las circunstancias de hoy se está hablando mucho de una figura orgánica o existencial quizá no muy convincente para buena parte del conglomerado nacional: un nuevo PRI. La cosa va tan en serio en este sentido que Moreno Cárdenas no titubeó para asegurar que precisamente el nuevo PRI entrará en un amplio proceso de reflexión, a fin de no volver a equivocarse y apoyar reformas que lo alejaron de la ciudadanía. Válgame, pues entonces la cosa a que se alude no está tan difícil para el priísmo.

Al tenor de este simplismo conceptual y práctico, bastará con que el conglomerado priísta (o lo que exista como tal) se sujete a lo dicho por su líder nacional reelecto y asuman el severo o complicado principio dialéctico que postula que aquí no ha pasado nada. Precisamente Moreno Cárdenas fue reelecto para permanecer cuatro años al frente del tricolor. Y seguramente de aquí para adelante la idea suya podría ser repetir el antaño ejemplo de Fidel Velázquez en la CTM donde fue líder nacional sabe por cuántas generaciones.

Tal es la singularidad de la política estilada en México o que se estiló durante muchísimos años y que hoy, a la luz de lo ocurrido el domingo en el PRI, parecería que intenta volver por sus fueros. En un contexto así, Cárdenas Moreno debe ser un político fuera de serie o venido de alguna otra dimensión por la novelesca forma en que describió su permanencia en el mando priísta. Dijo al respecto que su reelección fue producto de un proceso abierto, transparente, incluyente y en igualdad de circunstancias.

 No es por nada, pero en el PRI jamás se ha llevado a cabo un proceso con esas características. Y menos ahora en que bien a bien no se sabe qué podrá existir realmente en el futuro inmediato de ese partido. Las cosas no le pintan bien y menos con el divisionismo causado por la toma de poder partidista capitaneada por Moreno Cárdenas. El proyecto suyo, por lo visto y sabido, es a largo alcance, por lo menos teóricamente. Sin embargo, según todas las evidencias a la mano, no parece que el PRI esté hoy en aptitud orgánica de embarcarse en luchas sociales, políticas o electorales que cautiven a la opinión pública.

El PRI se quedó sin mayor respaldo ciudadano y eso implica que su desempeño electoral no es posible encuadrarlo bajo ninguna forma optimista. De ser otras las circunstancias, el proceso electoral interno para elegir nueva dirigencia, quizá pudo ser un verdadero proceso para, dentro de lo posible, iniciar una verdadera nueva etapa institucional, algo de todas maneras de suyo complicado. Pero todo terminó por embarullarse todavía más por el afán de su mando reelecto para apropiarse del partido.

Queda en evidencia, entonces, que las complicaciones en un partido como el PRI van para largo. Atenta contra todo sentido común (ya no digamos contra toda teoría política) que un partido como el tricolor, ante la necesidad de reagruparse y volver un tanto a sus orígenes como una forma de recobrar el aprecio ciudadano, obsequie a la opinión pública del país un espectáculo divisionista e incapaz de solventar odios y diferencias. Esta es una evidencia que no habla bien del priísmo en su conjunto, o por lo menos de quienes se mueven con cierta o mucha relevancia en el ámbito de ese partido.

Las consecuencias están a la vista. La ratificación de “Alito” como dirigente del PRI no es el fin del mundo ni cosa que se le parezca. Pero sí puede tomarse como una señal más de que el priísmo no tendrá un camino fácil para reencontrarse con lo que fue, suponiendo que históricamente disponga todavía de una oportunidad para lograrlo. La oratoria de Moreno Cárdenas podría resultar interesante o llamativa de ser otras las circunstancias. Por ejemplo, dijo el domingo que el PRI no volverá ser un partido de élites y de notables, ya que lo que lo dañó fue estar en contra de las reformas que pedía el pueblo mexicano. Puede ser ya demasiado tarde para que en el lenguaje priísta salgan a relucir términos o expresiones como las anteriores. Y menos con cargo a ciertos voceros. Dígase lo que se diga, no pude negarse que es difícil la coyuntura actual para un partido como el PRI.

armentabalderramagerardo@gmail.com


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