Un periodo vacacional tan intenso como el propio de Semana Santa, a menudo suele llamar la atención por las multitudes de paseantes congregados en las playas. El tiempo de asueto que prácticamente concluyó en estas alturas (con excepciones en el ámbito escolar), faculta para que a partir de hoy se recobre una razonable y más o menos vuelta general a las actividades rutinarias que es preciso desplegar porque forman parte de la existencia cotidiana.
Una circunstancia de esta naturaleza a menudo suele tomar fuera de la base a quienes se ocupan de escribir columnas periodísticas, lo que en rigor sea dicho, no suele representar ninguna clase de agobio cuando hay tela de donde cortar. Pero en días como los que recién han transcurrido, ocurre que el quehacer noticioso baja de tono sensiblemente, porque los protagonistas habituales o recurrentes de la información, a menudo también agarran camino para playas y balnearios, con el fin de purificar su espíritu político y social y retornar al quehacer de que se trate con actitud y visión renovadas.
Ojalá sea así también en esta ocasión. El caso es que, mientras tanto, como queda dicho, se dan a notar por su ausencia los hechos públicos que a menudo suelen ser útiles para nutrir comentarios o reflexiones de carácter periodístico, los que retoman lugar cotidiano cuando sus protagonistas habituales vuelven como nuevos de la exposición playera (sol y arena) a que se sometieron. Por algo suele decirse, por allá desde algún tiempo inmemorial, que en el mar la vida es más sabrosa.
Debe reconocerse, sin embargo, que al dar forma a estos renglones todavía no existía un reporte público sobre el modo en que transcurrieron las vacaciones recientes. Aunque también vale señalar que, casi a lo largo de la semana, no se produjeron en el sur del estado hechos gravosos de uno u otro talante. Habrá que esperar el informe definitivo que emitan las autoridades respectivas, tal como es común que lo hagan.
Ciertamente, las vacaciones en esta ocasión resultaron un tanto vertiginosas en su transcurrir. Aunque el tiempo a que se alude siempre suele ser el mismo. Ninguna de sus mediciones ocurre distinta de un día para otro en normalidad de circunstancias. El problema es que los beneficiarios de todo ciclo de asueto quisieran quizá que éste se prolongara lo más posible sin ninguna medición que lo limite. Pero eso seguramente sólo pasa en los relatos de ciencia ficción. La vida rutinaria es muy distinta en su modo de transcurrir.
Y vaya que sí. Piénsese, por ejemplo, en el costo económico de un tiempo vacacional como el que recién ha terminado. Según datos de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), las actividades vacacionales de Semana Mayor tuvieron en su costo un incremento promedio de 15 por ciento en relación con el año pasado. Este es un dato del que en realidad casi todos los años se sabe poco, seguramente porque suele inscribirse en un tiempo de ocio o descanso, y no se vale echarlo a perder con números o estadísticas sobre lo que costaron.
El problema respectivo se verá al regreso, si bien va y, si no, también. Debe resultar un tanto difícil no fijarse, en la víspera de una etapa como la que se comenta, en el modo que subieron los costos de casi todo en relación con los propios del año pasado. Parecería que no, pero según dijo Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Anpec, los hogares mexicanos han entrado al receso primaveral con múltiples presiones económicas. Entre éstas puede mencionarse la inflación en artículos esenciales y alimentos.
Es posible que de alguna forma resulte quizá hasta impropio hablar de estos temas en la terminación de un tiempo de vacaciones. Pero sin duda cualquier coyuntura debe ser propicia o útil para abordar esta clase de asuntos. Nunca debe perderse de vista la situación de la economía de un país como el nuestro. Allí está la verdadera llave del rumbo que se asuma. La política como tal, en el reiterado escenario nacional, suele ser más palabras que hechos, a diferencia de la economía, donde éstos son los más importantes de manera inequívoca.
Sin embargo, en lo inmediato, y conceptualmente hablando, aquí en el sur del estado se tiene ya de vuelta el ritmo casi normal o general de las actividades cotidianas tras el tiempo vacacional de Semana Santa. Es o debe ser la hora de retornar al quehacer cotidiano. En tal y aceptable entendido, que todo sea para bien.
armentabalderramagerardo@gmail.com